INVOCACIÓN. Que no crezca jamás en mis entrañas / esa calma aparente llamada escepticismo. / Huya yo del resabio, / del cinismo, / de la imparcialidad de hombros encogidos. / Crea yo siempre en la vida / crea yo siempre / en las mil infinitas posibilidades. / Engáñenme los cantos de sirenas / tenga mi alma siempre un pellizco de ingenua. / Que nunca se parezca mi epidermis / a la piel de un paquidermo inconmovible, / helado. / Llore yo todavía / por sueños imposibles / por amores prohibidos / por fantasías de niña hechas añicos. / Huya yo del realismo encorsetado. / Consérvense en mis labios las canciones, / muchas y muy ruidosas y con muchos acordes. / Por si vinieran tiempos de silencio. Raquel LANSEROS en Diario de un destello.