lunes, 14 de octubre de 2013

Ya no es tiempo de hijos pródigos.

Cuando se avanza en el camino, no se escupe hacia el origen. No se hace. Pero si se hace, que la soledad y la miseria amparen, que cubran donde un día hubo regreso a casa. Porque el llanto malicioso se vuelve cal y escuece a los que se quedan cimentando hogar por si, un día, hubiera existido intención humilde de vuelta. 

No se rasguen vestiduras, no se limpien las heridas, no se acoja, no se abrace, no se laven pies descalzos.

Ya no es tiempo de hijos pródigos.

d.