martes, 21 de junio de 2005

Y...

Estoy escuchando unas canciones que me regalaron hace poco. Y no digo “un disco que me regalaron hace poco”. No. Digo unas canciones porque es lo que me regalaron, porque sé que esas canciones dicen cosas. Dicen cosas al remitente. Dicen cosas al destinatario, en este caso: yo. Una se da cuenta de que hay más gente loca que lucha por la vida. Y el amor. Y esas cosas que en este mundo de hoy, parecen de cuento. Ojalá nunca se escape un poco de Peter Pan, ni de Campanilla. Ojalá vivamos siempre esos ratos en Nunca Jamás. La vida es un cuento que escribimos cada día con música de fondo. Cuentos. Como los que me leía papá sentado en mi cama. Cuentos como los de Gloria Fuertes, por ejemplo, con los que crecí. Personajillos que dormían conmigo, en mi almohada: Coleta la Poeta y el pingüino Marcelino, que siempre me hacían llorar. La casita de chocolate que él versionaba cada noche para que yo siguiera atenta. El viento que soplaba y me daba escalofríos cuando hacía el sonido con sus labios y tengo clavado a fuego: “Fffshhhuuu, fffshhhuuu...”. Cuentos de príncipes azules y princesas y un Principito. De alfombras mágicas y brujas y una niña que se llamaba Micaela que no sabía jugar. De casas encantadas. Y de Momo!... Música. Y canciones. Canciones hasta para que una aprendiera a atarse los zapatos, y las horas del día, y los números, y que había que comer de todo. Y luego estaba la poesía. Claro. Poemas que Lala y Yayo me contaban de carrerilla, y yo me aprendía. Y la guardería con las hormiguitas, y una canción que no recuerdo que nos ayudaba a desentumecer las manos en invierno. Y los discos de Vinilo y un acordeón que tocaba el hijo de Margarita, la cocinera. Y mis primer cassette que tenía micro y todo. Y mi amigo imaginario que era una bola de madera amarilla con ojos a la que llamé Bolita, y con el que grabé cintas y cintas, hablando y cambiando voces... y hoy en día, han desaparecido. Y mi primer peluche intocable, que me compró mamá cuando salimos del hospital (porque yo dí guerra desde el principio, jeje...) y se llamaba Punky, porque tenía pelos azules que no tardaron mucho en desaparecer porque me los comí (yo siempre tan original...)...
Y mi primer día de guardería. Y mi primer día de cole, con mi uniforme nuevo y mi bolsa azul que me doblaba el peso pluma que yo era por aquel entonces. Y mi primer día de comedor, donde empecé comiéndome el postre. Y mi primer rato con Ana García y compañía. Y el último. Y mi primera llorera rabiosa. Y mis primeros triunfos. Y mi primer día en el 2º pabellón, con los calcetines marrones, y no blancos. Y mi primer día de uni... Y mi primer día sin Almu. Y mi primer día con Marina. Y mi rato con Eva después de arreglar cosas. Y mi primer rato después de tiempo con Yvvi. Y mi primer domingo tomando café con Vane. Y mi primer beso, y mi último beso hasta hoy. Y mi primer paseo con Yayo que fue por el campo, y el último, que fue por el pasillo del hospital, cuando iba con su bastón nuevo y presumiendo de nieta con todos los que allí había. Y mi primera huida.Y mi primer chupito con mi Gasolita. Y un día con Víctor. Y una noche loca con mis Descontroladas favoritas. Y mi primera carcajada con Cris y la última. Y mi primer pozo a la desesperación. Y mi primera ilusión que no la última, por supuesto. Y mi primera vez de mandarlo todo a freír espárragos. Y una vez que me sentí humillada. Y la primera ostia. Y la segunda ostia. Y cuando dije “hasta aquí hemos llegado”. Y una cena con mis Tañeditas. Y mi primer abrazo con Mi Rubita. Y mi primer dolor fuerte. Y mis expectativas. Y mi llegada del Campo de Trabajo. Y mis conversaciones con Victoria hasta las mil de la madrugada. Y mi primer día picando las paredes de una hermita. Y cuando me emocioné en el Molino del Capitán. Y el primer “te necesito” de Esther. Y un rato con el Mister. Y un paquete desde México. Y una locura en Junio. Y cuando odié a alguien por primera vez. Y cuando abrí las compuertas del corazón cerradas a cal y canto de nuevo. Y mi primer abrazo con Ana. Y un rato en una estación de tren. Y una carta de Sole. Y un libro dedicado donde decía “Espero que nuestro futuro sea igual de alegre que nuestro pasado”. Y una sorpresa. Y dos. Y mil. Y un mimo mañanero. Y una mano que lo dijo todo sin hablar. Y una experiencia. Y un helado de chocolate. Y un pacharán. Y una guitarra nueva. Y una borrachera. Y mil cigarros hablando del alma. Y un “Si Amaneciera”. Y un “Corazón de Mimbre al oído”. Y una noche de verano hablando y llorando en el puente. Y un cielo en invierno. Y un desliz inoportuno. Y mucho miedo. Y sentirme ridícula una vez y dos y tres... Y seguir siendo una niña. Y no saber encajar cosas. Y quererte tanto. Y pensar en los demás si lo necesitan. Y pensar en mi pero poco. Y tener paciencia. Y necesitar pelas por un tubo a la voz de ya. Y sacar un maldito 6.25 esperando un notable o incluso más. Y esperar. Y hacer planes. Y deshacerlos. Y fallar a gente que me espera como Raúl y Sergio, y Anira y... quererles igual, pero no se lo creen. Y un café con May. Y una conversación con Ana hasta las 2 de la madrugada. Y un estar tranquila un rato. Y un Nemito que ya no está. Y no estar en fiestas este año y temer que la gente no lo entienda. Y un viaje a Colonia. Y dos enanas que aprecio mil. Y entregarme tanto y tan rápido, no se entiende. Y confiar, que nunca se sabe. Y desconfiar, y entonces no está bien tampoco. Y querer tanto otra vez, sabiendo consecuencias. Y jurarme no volver a hacerlo y no poder. Y necesitar de. Y redescubrir los “te quieros” y que no sirvan. Y decir “te quiero” y que sirva. Y hacer daño sin quererlo. Y dar pie a cosas, sin quererlo. Y no querer nada. Y que no me la sople nada. Y desvaríar. Y Dios. Y la magia. Y la casualidad. Y Silvio. Y Aute. Y Fernando Delgadillo. Y el sol. Y la piel. Y las cosquillas. Y no dormir en toda la noche. Y los pipis. Y los leles. Y Altea. Y lo que os echo de menos. Y la gente que está fuera. Y esa Barna lejana. Y la familia, poca y mal unida. Y las guerras adorables con mamá. Y el petardo encantador de mi Tate. Y el orgullo de papá y su amor. Y Gos con su mirada triste que sigue buscando un poco al abuelo. Y el respeto. Y lo que sobra. Y lo demás. Y lo de más. Y los no sés. Y los "quiero". Y los "puedo". Y septiembre. Y los dónde y cómo. Y los cuándo. Y los días sin horarios. Y los días sin planes. Y vegetar. Y tener miedo. Y las noches asquerosamente calurosas. Y los mosquitos. Y los kilómetros. Y Melendi. Y el Sueño de Morfeo. Y cerca de 90 nombres. Y las respuestas que no quiero y las que quiero. Y las cosas que digo sin animo de ofender, y ofenden. Y cuando me llamaron agresiva. Y cuando me dijeron que no dijera eso que me encantaba decir. Y cuando me dijeron que no. Y un minuto tocando. Y un ensayo en viernes. Y un chicle pegado en el zapato. Y una canción a capella. Y una sonrisa preciosa. Y unos ojos negros llenos de luz. Y las velas de coca-cola. Y un gorrito de colores. Y luego qué. Y el apoyar sin entender. Y el ser egoísta y sentirme horrible. Y un pañuelo azul. Y un vengastaluego. Y un en fin. Y una rosa amarilla ya seca. Y la libertad. Y la soledad. Y las pinceladas. Y la amistad. Y lo especial. Y el no saber. Y el prescindir. Y el "no me volverá a pasar". Y las carcajadas. Y los recuerdos. Y los instantes. Y las estrellas. Y afinar una guitarra. Y un café solo con hielo y dos azucarillos. Y los fijiis. Y Maje y Ana. Y Pepo. Y Sonia y María. Y las visitas pendientes. Y los abrazos y los mimos que se agolpan y luego te llenan el alma y te vacían los depósitos de lágrimas. Y las ganas. Y los nudos en el estómago. Y los nervios. Y los reencuentros. Y las llamadas de teléfono. Y la playa. Y los azules. Y la poesía. Y las canciones. Y los cuentos. Y cuántas cosas.
Y seguiría sin cansarme toda la noche. Y gracias a los que me ayudáis a hacer de mi vida un cuento.
Y besillo. Azul y pequeño.
Y... Duendecilla.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Y...
Cómo no saber para.
Cómo hacer para no hacer.
Cómo conseguir estar sin estorbar.
Cómo cambiar de piel.
Cómo hacer saber que adoro aunque.
Cómo querer así.
Cómo tener miedo de otra vez.
Cómo pensar en.
Cómo no pensar.
Cómo sonrío si se sonríe.
Cómo me encantaría ayudar.

Y...
Cómo una vez más, a veces pasa.

Anónimo dijo...

En los cuentos, los magos nunca se llevan a la Princesa. La Princesa, en el fondo, es siempre una niña pija a la que le molesta un guisante bajo cuarenta colchones, algo que siempre me ha sorprendido. Vestidas de rosa y con sombrerito, incapaces de darle una patada en los huevos al visir o de hacer trozos el dragón ellas solitas. El Príncipe Azul, luciendo abdominales y espada exclusiva se pasea en caballo blanco presumiendo de la armadura que le ha comprado papá.

Mientras el mago se aburre entre pergaminos, olvidándose del mundo y sus maneras, haciendo a veces el papel de bufón de la corte cuando éste coge los moscosos.

Por eso los cuentos son de papel, y nosotros de verdad.

¿Te lo cuento otra vez? Pero con estrellas

Anónimo dijo...

¡Duendecilla!
Gracias por recordar al mundo, y a mí, que no debemos perder ese algo de Peter Pan, ni de Campanilla, ni del Pricnipito, ni de los Fijiis... y por llevarnos una vez más hasta Nunca Jamás.

Gracias por recordarme todas esas cosas vividas, que a veces ni les damos importancia. Sencillamente admirable.

Un abrazo enorme y hasta la próxima huida.

Eres genial!

CARPE DIEM

Anuska

Anónimo dijo...

uf, vaya rallada mas guapa... y qué bien te metes en mi cabeza y sacas sin querer muchas cosas, enana si, igualita que una un poco más mayor y a la vez más pequeña incluso? eso también...

Laudanum dijo...

preciosa imagen, preciosas letras.
gracias por encontrarme y comentar.
bienvenida a la casa de mis letras.

besos desde México.
Blue.