¿Os cuento un SeCreTo? Les gustan los sueños y han pensado en fabricarlos juntos. Quieren una casa que sea realmente suya porque están hartos de alquileruchos y andan dibujando los planos. Tienen planes y ganas - y un poco de mieditis a que las ganas se pasen, pero eso se lo cuentan solo en los silencios- . Aún no tienen nombre ni saben qué aspecto tendrá ese hueco. Se hacen preguntas, tiran los nosés a la basura, guardan los puntos suspensivos para tiempos peores y serpentean ilusionados entre artesanía sensible. Intuyen que tiene muy buena pinta porque huele a nuevo y creen que van encontrando su sitio: si los cimientos se tuercen, guardaron los rasca del "sigue buscando", así que tampoco pasaría nada.
No creen en las casualidades, pero sí un poco en la magia del trabajo por amor al arte y sin trampas. Manos a la obra, salga lo que salga. Cuando queráis, os invito a conocerlos: algunos son maravillosos.
Duenda.
Escuchando a Silvio: Lo de menos.
6 comentarios:
Buenas!!
Me alegro de que todo te vaya bonito y de que lo compartas un puqui con nosotros.
Silvio sin desperdicio.
Un besote con frío del norte
Capi!!
¿Qué tal ese examen? Todo va muy bien, pero me ha entrado hoy el bajoncillo típico de la maldita navidad...
Son cosas que pasan.
Un abrazo.
Duenda.
Olvídate de bajoncillos navideños. Y no olvides que le debemos una canción a la sonrisa, a la sonrisa de manantial, esa que salta... y a más cosas, claro.
Feliz navidad
Como la muerte anda en secreto y no se sabe qué mañana, yo voy a hacer mi testamento, a repartir lo que me falta pues LO QUE TUVE YA ESTÁ HECHO, YA ESTÁ ABRIGADO, ya está en casa.
Yo voy a hacer mi testamento
para cerrar cuentas soñadas.
Le debo una canción a la sonrisa, a la sonrisa de manantial, esa que salta: le debo una canción a toda prisa para que quede QUE ESTUVO CERCA, agazapada.
Le debo una canción a lo que supe, A LO QUE SUPE Y NO PUDO SER MÁS QUE SILENCIO: le debo una canción, una que ocupe la cantidad de mordaz amor de un juramento.
Les debo una canción a los pecados, A LOS PECADOS QUE NO GASTÉ, LOS QUE NO PUDE: les debo una canción, no como hermano,
sólo de sal que el delectador también alude.
Le debo una canción a la mentira,
a la mentira pequeña, frágil, casi salva: le debo una canción endurecida, UNA CANCIÓN ASESINA, BURTA, SANGUINARIA.
Le debo una canción al oportuno,
al oportuno mutilador de cuanta ala: le debo una canción de TONO OSCURO que lo encadene a vagar su eterna madrugada.
Le debo una canción a las fronteras, A LAS FRONTERAS HUMANAS, NO A LAS DEL MISTERIO:
les debo una canción tan poco nueva como la voz más elemental de los colegios.
Le debo una canción a una bala,
a un proyectil que debió esperarme en una selva: le debo UNA CANCIÓN DESESPERADA, desesperada por no poder llegar a verla.
Le debo una canción al compañero,
al compañero de riesgos, al de la victoria: le debo una canción de canto nuevo, una BANDERA COMÚN QUE VUELE con la historia.
Le debo una canción, una, a la muerte, una a la muerte voraz que se comerá tanto: le debo una canción en que hunda el diente
y luego ESPARZA CON LA EXPLOSIÓN FUEGOS DE CANTO.
Le debo una canción a lo imposible, a la mujer, A LA ESTRELLA, AL SUEÑO que nos lanza:
le debo una canción indescriptible
como una vela inflamada en vientos de ESPERANZA.
Testamento, Silvio Rodriguez.
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No sé quién eres.
Últimamente os gusta ser anónimos en nuestros blogs, ¿verdad?.
No sé quién eres, pero te intuyo. Silvio es Silvio ¿y tú quién eres?
Gracias por invitar-nos a sus canciones, muy propio de estos días escucharlo.
Y un abrazo, que no puedes estar tan lejos. Y que no se terminen las sonrisas, por lo menos.
No sé por qué extraña razón, hoy hasta mis palabras riman un poco.
Beso. Azul. Y Feliz Navidad para tí también...
Duenda.
No hay nada malo en ser anónimo. Mi nombre nada añadiría a lo que digo. Como esa canción de Silvio, todo es de todos. Sus deudas son las nuestras. Tú lo has dicho;: le debo una canción al compañero, al compañero de riesgos, al de la victoria.
Entra en la casa de los sueños.
Claro que no hay nada de malo en ser anónimo, aunque tu nombre sí añadiría: al menos un rostro (y un rastro), a lo que dices.
¿Todo es de todos? Uhm...
Ah, y no tengo que entrar en la casa de los sueños: ya estoy dentro. Hay mucho que hacer, ojalá termine siendo una preciosa casa en la que apetezca quedarse algún tiempo, a pesar de la necesidad de ir cambiando, de ir trashumando por caminos tan distintos aunque dé un poco de miedo.
Ojalá...
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