"Si
yo fuese Dios / y
tuviese el secreto, / haría
un ser exacto a ti".
Me basta así, Ángel González
Ojalá
viviéramos donde existen los hoy sin luego, lo limitado de lo
previsible en lo efímero de fronteras que dubitan predicados. Los
ahora se posan en el magma incandescente del centro de la tierra de
lo eterno. Dicen las lenguas viejas que no sabemos cuánto duele el
dolor hasta que duele, hasta que el infinito se hace trinchera de los
miedos más vacíos.
Y
miro y tiento / y abrazo sin tocar y busco / y quiero sin saber y
habito / y aprendo sin querer y pienso / que confluyo en lo correcto
de las declinaciones de tu vida, de los ríos que nacen de los deltas
de la mía, de las voces afluente que nutren los lazos sin nudo que
nos unen los mapas de esta existencia tan viva, tan cuerda.
Ahora
--que atiendo-- entiendo cuando callas las heridas, cómo es
esfumarse sin moverse, por qué evitas mirarte en los que fuimos
cuando vuelves la mirada a los que somos y cruzas los brazos donde no
cabe esta pequeñez tambaleante de tanto amor
mal
dado y nunca dicho;
en
los que tal vez, seguro, seremos.
Si
fueras Dios y tuvieses el secreto, amasarías mundos límpidos / en
los que no cupieran islas menguantes / en las que asentar faros
firmes / en los que la luz fuera génesis / en el que farallones de
sal y pómez lloraran la paz
que
no tenemos.
Pero
ni tú ni yo ni nosotros seríamos. Seríamos otros. Así que
no
traces perfecciones que no existen.
Ven
a reconocerte en mis ojos.
Vamos
a limpiarnos las arrugas.
d.
1 comentario:
magnifico!
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