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Rut.
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Había una vez. Las mentiras sostenidas hacen que me acuerde más de ti y menos de lo que nunca fuimos / seremos. A ella se le agota la vida en cada segundo mal respirado y le espera un cielo limpio lleno de caramelos de toffee que saben a tarde con manta y tele. Me gusta mi nuevo trabajo pero no puedo recoger flores ni retirar piedras. La lluvia me ahoga un poco: no me inunda porque no estoy hueca; aunque tenga un eco en una diminuta caja de latón. Más palabras no salen: es por los nudos, que atascan las letras. Que llegue el final del cuento pronto, que me he quedado sin argumento ni ilustraciones. Sin palabras. Sin colores. Y a ver qué hago.
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Se acaba esto, señores. Tres meses llenos de emociones fuertes, lugares y nombres. Y hasta aquí llegan, yeah. Como dice una que tiene más cuento que Calleja: ¡pim, pam, pum, bocadillo de atún! Empieza otro curso, ¡el último! (o el primero, depende de la perspectiva). Uf, uf, uf. A ver. O mejor, no miramos. Vuelta a la no-rmalidad un poco ordenada, que hasta apetece. Zapatos, retos y ganas a estrenar. Ganas, ganas, ganas. Buen inicio de curso - y demás movidas - a todos.
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