Santiago de Chile, 11 de septiembre de 1973. "Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los
procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la
hacen los pueblos. (...) Me dirijo, sobre todo, a la modesta mujer de
nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros, a la abuela que trabajó
más, a la madre que supo de
nuestra preocupación por los niños. Me dirijo a los profesionales de la Patria,
a los profesionales patriotas que siguieron trabajando contra la sedición
auspiciada por los colegios profesionales, colegios de clases para defender
también las ventajas de una sociedad capitalista de unos pocos.
Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron y
entregaron su alegría y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al
obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos, porque
en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente; en los
atentados terroristas, volando los puentes, cortando las vías férreas,
destruyendo lo oleoductos y los gaseoductos, frente al silencio de quienes
tenían la obligación de proceder. Estaban comprometidos. La historia los
juzgará. (...) Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de
que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será
una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición". Salvador Allende.
De los inmortales, siempre se aprende algo (grande).
d.
No hay comentarios:
Publicar un comentario