Peldaños
que adivinan los que somos;
baranda
sosteniéndote los miedos;
descanso
de unas páginas en blanco.
Geranios
apoyados en el piso
(colores
en los pétalos de otros);
la
bici, sin ruedines, esperando
al
niño que lo quiere vivir todo.
El
beso en la mirilla de una madre
de
dos adolescentes escondidos;
un
chelo desafina en el segundo
sonatas
de cemento con azúcar.
Silencios
que chirrían las noticias:
se
miran, con arrugas, a la mesa.
[Hoy...]
tampoco
el molinillo mueve el viento.
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