Ése es mi mal. Soñar. La poesía
es la camisa férrea de mil puntas cruentas
que llevo sobre el alma. Las espinas sangrientas
dejan caer las gotas de mi melancolía.
(…)
Melancolía, Rubén Darío
El rayo que se cuela.
Qué familiar todo y qué nuevo.
El nudo en el estómago,
el verbo en la garganta,
el alma transmutada
en puño amasado
con sales y miel de otros días,
las ganas de salir corriendo
y, sin embargo, quedarme para siempre
(y, sin embargo, te quiero)
muy quieta;
como para que no encuentren mi
escondite
se(s)gado a golpe de dalle estrepitoso
y delicado,
como para que no me de-la-ten
y me lleven tierra adentro
donde nada sea como es ahora.
He gestado en mis entrañas
una criatura nueva
que respira, que goza, que se revuelve
indomable
llena de pánicos pequeños (pero sin
miedo)
procesionando el testigo de una bandera
inventada,
erguida sobre conquistas de muchos minutos
robados
a otras vidas
acostumbradas
a ver pasar
acostumbradas
a ver pasar
cómo se comparte el hambre en tiempos de guerra.
El cristal no traduce hoy un arcoiris.
El cristal es muralla invisible pero
infranqueable
entre
la melancolía
y
las estrategias que tiene el mundo
preparadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario