lunes, 13 de abril de 2015

Viaje por una amapola

No sé si sabrás que las amapolas son flores y que antes de ser flores son capullos. A mí me gusta abrir los capullos de las amapolas y ver lo que hay dentro. Pero no nos detengamos, que tenemos que centrarnos en una amapola; y además, roja.
Sí, ya se que me vas a decir que es pequeña, la flor de la amapola, pero dicen los mayores que el concepto de pequeño es relativo, claro, y esto nos llevaría a tener que definir qué es ser pequeño y qué es ser mayor, y cómo tengo poco tiempo otro día te lo contaré. Pero no me puedo resistir y, por ejemplo, si yo soy grande, tú ¿qué eres? Me acuerdo de una vez en casa del médico, que éste le dijo a una señora que los virus no tenían puertas que se les resistiesen y que si su hijo había contraído la enfermedad por mediación de un virus no era por haber salido a la calle sino porque el virus se había colado por debajo de la puerta. Con todo esto me parece que estoy pareciendo un pensador y lo que yo quiero es ser un cuentista. No, no. No pienses mal que cuando digo cuentista no es que quiera vivir del cuento sino contarte el cuento de la amapola. 



También hay que saber que la amapola antes crecía por todas partes, sin permiso de nadie, y ahora hay que pedir permiso para cultivarla por eso de las sustancias. 
Al cuento.
Si nos situamos en un pétalo podemos sentir su suavidad, deslizarnos por sus pendientes hasta llegar a los estambres donde podríamos parar a descansar a su sombra (porque claro, no me imagino una amapola en invierno; ¿qué iba a hacer una amapola en invierno con frío y sin sol? Yo creo que no tendría sentido). En fin, después de descansar y refrescar un poco, treparíamos por los filamentos de los estambres y, de un salto, situarnos en la cumbre del pistilo y, desde allí, dado que se supone que es la parte más alta de la amapola, otear los trigales o los caminos o las montañas o los arroyos y ver los pájaros y el cielo y los insectos y, hasta si insistes un poco y te pones pesado, y tuviésemos un microscopio, ver algún virus.
También tendríamos tiempo de dormir la siesta mecidos por el viento de la primavera o del verano a la vez que oiríamos el murmullo del agua de los arroyos un poco embriagados por el olor del campo.
Pero ya es hora de dormir. Otro día te contaré la aventura de la leona. 
Se me olvidaba: para describir bien una amapola roja hay que leer un poco más a Proust.


Cuando tenga hijos, les leeré este cuento. Y les podré decir que lo escribió su abuelo Francisco (o sea, mi padre). O mejor, que sea él mismo el que se lo lea a sus nietos.
d.





jueves, 1 de enero de 2015

Son poquísimas las cosas que de verdad importan en la vida


Al cabo, son muy pocas las palabras
que de verdad nos duelen, y muy pocas
las que consiguen alegrar el alma.
Y son también muy pocas las personas
que mueven nuestro corazón, y menos
aún las que lo mueven mucho tiempo.
Al cabo, son poquísimas las cosas
que de verdad importan en la vida:
poder querer a alguien, que nos quieran
y no morir después que nuestros hijos.

Poema: Amalia Bautista.
Escultura: José Antonio Elvira.

Antonio nos regaló este poema (él habla poco pero dice mucho) y Teresa, días atrás, me dijo que ante todo y contra todo, fuera feliz (ella siempre llega como un huracán de los buenos). Así que al carajo las listas de buenos propósitos. En esto se resumirá mi filosofía de este año nuevo. Porque ya descubrí que La vida que quiero se sustenta en atender, primero de todo, mi yo interior y mis cosas positivas. Compartido queda.
d.

domingo, 28 de diciembre de 2014

'Cause that's Christmas to me


Aquí la chimenea no quema, pero quema la niebla en los pulmones. Aquí no hay Papá Noel, pero hay Reyes Magos que regalan los trescientos sesenta y cinco días del año. Aquí los niños no juegan en la calle y papá y mamá no se besan bajo el muérdago, es mucho mejor aquí: se besan cuando quieren. Aquí también vemos la belleza de lo simple y echamos de menos a los que no están porque se fueron al aire o al agua o a otras ciudades invisibles o a la misma ciudad que la nuestra pero separados por fronteras, hoy por hoy, inquebrantables ya. Aquí también tenemos canciones en el corazón que tarareamos en silencio con el lenguaje del recuerdo de quién fuimos y velas que alumbran los senderos que serán nuestros para siempre. Al final, aquí también pasa así, el único regalo que la Navidad trae sola, sin que nadie lo pida, y que no falte, es el amor de la familia. Cada uno, con los años, y en diciembre, va aclarando mejor quién es la suya.

d.

jueves, 27 de noviembre de 2014

Decid misa


DE MORTUIS NIL NISI BONUM

Decid que no regreso nunca a casa,
que me olvido de gente y de las cosas,
que llego siempre tarde al cumpleaños
de todos esos que mejor me quieren.
Decid que soy mordaz y caprichosa,
que poco me seduce y todo enfada,
que el sentido de mi humor brilla ausente,
que las noches son yermas a mi lado.
Decid que no sabré de casi nada,
que hablo de bobadas, de gentuza,
que impaciente, que terca, que insegura,
que jamás colmada anduve,
que todo es un buen plan para mi queja.
Decid que era imperfecta y testaruda.
Decid cuanto queráis (fin de la cita).
Pero nunca digáis que no fui buena.
d.

miércoles, 22 de octubre de 2014

Crecer es aprender a despedirse*


Crecer es aprender a despedirse,
cambiarse de zapatos tras la lluvia,
trazar mapas ardientes de esperanza,
temer la enfermedad de los cercanos.

Crecer es inventar nuevas historias,
mejorar las palabras de otras veces,
perdonarse soberbia y desencanto,
limpiar las impurezas de mentiras.

Crecer es contemplar en el silencio,
sumar amigos pocos y mejores,
restar desasosiegos tras el llanto,

quedarse en paz con uno, uno mismo,
pensar cómo es posible la tristeza,
pensar por qué es efímero lo alegre.


d.

lunes, 22 de septiembre de 2014

Le papillon.


Hay una mariposa en mi ombligo 
que, cuando bate sus alas,
mueve el silencio de cuanto miro.

d.

sábado, 6 de septiembre de 2014

Perseguir el objetivo.



No sé si es una suerte o una desgracia eterna; pero tengo absolutamente claro cuál es el mío.

d.

martes, 6 de mayo de 2014

Somos palimpsesto.


"Que el mundo es esa fábula siniestra / que cantaba entre dientes un idiota"
Enrique Gracia Trinidad.

Somos palimpsesto. Quedan las marcas, las arrugas, las cicatrices de las llagas. Borrón y cuenta (nueva) en una lista interminable donde qué oscuras son las rosas amarillas. Mordiendo sueño y suelo y sol y selva y Silvio, luego. Haciendo del papiro fuente que regresa en milagro la ceniza. No me enseñó la vida que todo lo podre se encarna. No me enseñó el amor que todo el amor se hace lugar común en el que velar la vela de tu barco, en el que arder hogar donde vivir en plural y gerundio la anagnórisis sin tener que preguntar ni a Catulo ni a Parménides.

d.

lunes, 7 de abril de 2014

Nueve años (de blog).


Ávila. Sábado, 5 de abril de 2014.

Nueve años en los que ha pasado de todo. 
Nueve años a propósito de los que no voy a decir nada.


d.