José Pablo Barragán Nieto - filólogo clásico, poeta, miembro de COLMO Colectivo, salvador de algunos obstáculos gigantes, profesor particular y más cosas - escribe, en su libro titulado Lugares comunes, este poema:
Marzo es el mes más cruel. Lo más terrible fue descubrir que no se detuvo el mundo. Que las estrellas aún siguen alumbrando el firmamento y los pájaros saludan con cantos a la aurora. Que los ríos aún siguen descendiendo por su curso y sigue azul el mar y negros los peñascos en que toca. Que uno, que simple y llanamente fue un testigo, puede seguir impune la rutina de su vida, que ni siquiera tiene que andar con sacrificios para intentar cambiar las sombras de los muertos.
Habla de la muerte. Una muerte figurada llena de tópicos atemporales. Como un torbellino de sentires y pensares. Atemporales. Pero que mueren. Nacen, crecen, crecen, crecen, se experimentan, se comparten, se disfrutan, duelen, joden, machacan y mueren. Porque mueren. Habla de la muerte de otro, o de otra, o de otra cosa. Yo hablo de una etapa. Una etapa muerta. Porque da igual que haya un mes cruel al año, que son doce; importa poco que el mundo no se detenga, cada uno sabe cómo tomarse su t-i-e-m-p-o y hasta dónde; porque desde luego nos quedan - a todos - estrellas, pájaros y auroras y ríos y mar y peñascos. Eso sí: yo no quiero seguir impune la rutina de mi vida y no haré sacrificio ninguno para cambiar ninguna sombra. Porque yo soy la protagonista de mi vida y no mera testigo. Faltaría más. Aunque muera a veces. Hasta el día en que muera del todo y me cubráis de madera y de flores a paladas de tierra mojada.
d.