martes, 26 de junio de 2018

Cuencos de agua con uvas recién cortadas.



Para Dolo.

Se enfrentan, surgen, cortan flores, curten silencios, curan conciencias, lavan heridas muy calladas, limpian fangos de otras veces, honran armas de construcción masiva de familias que son y serán siempre y en todas partes, acaparan tesoros que abrirán, irremediablemente, otros más tarde, se ciernen y aletean, cantan con las yemas en las mejillas, salen hacia, se conocen - y se reconocen -.

Suave es el legado que dejan en la boca, ronco es el de los ojos que no entienden, que no duermen, que no nada(n) porque gritan las ausencias.

¿Es que, acaso, hay, en algún mapa, ausencias que no son prematuras?

Cuentan años, cuentan vidas (cuántas), llevan en volandas hasta arrecifes desde tierra seca, hasta trenes que anuncian sólo viajes de llegada, hasta cuencos de agua con uvas recién cortadas.

Descánsate en la búsqueda. Ya las tienes.
Esas manos, ahora, para siempre, son las tuyas.

d.

domingo, 3 de junio de 2018

"En todos los corazones anida el sentimiento de culpa. La aceptación de esa angustia es el camino doloroso y único que lleva a la fe y a la salvación", S. Kierkegaard.


Para anidar ha de haber nido. La culpa no es cálida, uno no se acurruca en la culpa. La culpa es el pájaro caído del nido y alimentado amorosamente por la mano que acunará primero para después dolerse, quizá, seguro, con gratitud. A lo mejor también con alegría. ¿Por qué un camino en el que creer y que nos salve? ¿En qué? ¿De qué? ¿Para qué un nido del que volar? ¿Para qué un camino si el viaje es a ninguna parte? La culpa siempre. Y el dolor, dolor es. Saber para dolerse. Para no dolerse si nos duelen. Para aprender a coserse al/del dolor que no se irá. Saber para elegir dónde anidar. Ya queda menos. Sostente. Quizá arrimen su hombro al tuyo. Ya no queda casi, ya verás. En todos los corazones anida la culpa. No la acurruques. Vuela.

d.