jueves, 28 de abril de 2005

Mucho mejor

Mucho bueno, así que... ¿por qué seleccionar lo malo? Ag, al cucho. Mucho mejor, claro. Olvidar no se me da tan mal, a ver si lo consigo del todo. Me está gustando este juego. Empezar mola, aunque asusta un poco. Pero nada, gracias a todos, jo, sois lo mejor. Gracias por los abrazos, los mimos, las palabras, las palmaditas en la espalda y... las patadas! jijiji... ¿verdad Aralita? Qué ganas de que llegue el finde. De momento Delibes ocupa mis horas -bueno, algún minuto se me cuelan otras cosas-. A ver si llego al notable. Quiero, luego podré. Así es todo. Fundamentos de 1º y la vida en general. Y a freír espárragos lo que entorpece los caminos. Qué pena que haya tantas piedras por ellos. Y algunas son chungas de no recordar el dolor que supusieron. Pero ahora me río. Así que mi tata (mayor)... tú igual. Pa' arriba, va? que te queda mucha vida, mucho amor y mucha guerra. Y vales, coño. Vales MIL. Solo créetelo. Os quiero muchísimo a las dos, gracias por esta tarde en el Aberdeen con humo, café y caramelos de limón. Ah, y me la sopla. Besillo. Duendecillo.

domingo, 24 de abril de 2005

Agresividad en el corazón

Hace ya muchos años, alguien que quiero mucho, me dijo "No es bueno acumular agresividad en el corazón". Qué sabio consejo. Pues cierto es, pero a veces... inevitable. Porque tengo un puño de motivos, gestos, palabras, miradas y detalles que iba dejando aparcados con intención de olvidar, de aumentar esta paciencia que tantas veces me falta, de no perder los nervios y soltar cuatro gritos; pero esa montañita se ha convertido casi en un Himalaya. Y mi paciencia ha encontrado su límite. Y hace falta un buen café para hablar de muchas muchas muchas cosas y poner las cartas sobre la mesa. Porque una amistad es de dos, nunca de un@. Porque estoy harta de comparsas. Y hoy, lo he visto todo muy claro: o hablo ahora o callo para siempre. Y hace mil que no hay noticias, ni llamadas, ni sonrisas, ni carcajadas, ni sueños que compartir... y cada día me va influyendo un poquito menos. Y eso es lo que me da miedo, pero esto es real, no está en mi cabeza, así que ese argumento de que "son paranoias" no servirá. Esta vez no. Y como hace mucho tiempo que algunos caminos decidieron chocarse, no quiero que se vaya a perder. Ahora, una se cansa de esperar que las cosas cambien y... no soy yo, precisamente, la que tiene la última palabra. Porque no quiero acumular agresividad en el corazón, pero aquella mirada... no, ¿eh? NO. Beso. Azul. -duendecilla-

A mi ángel de la guarda.

Hace mucho tiempo que no te escribo un trocito, es que por aquí hay muchas cosas que hacer. El viernes fuimos a verles, y ella me reconoció y me dijo que seguro que te echaba mucho de menos. Pues si, claro que te echo de menos pero sonrío al recordarte. Todas, no solo yo. Hace casi dos años que te marchaste lejos y aún queda mucho muchísimo para vernos - espero - . A veces intento recordar tu risa, tus gestos graciosos, tu voz, tu olor, el calor de tus abrazos, tus riñas, tus consejos, tu ilusión por todas nosotras... y lo consigo porque tuve la suerte de pasar muchos tiempitos contigo, pero otras veces ya no alcanzo, se me nubla la memoria porque el final fue duro y porque me quedé con un montón de preguntas que hacerte. Tu casa está llena de fotos bonitas. Bueno, eras muy guapa. Fotos, y miles de millones de recuerdos. Ella dice que "tú no eras para este mundo". Él apuesta porque "cuidas de ellos y les ayudas". Seguro, tú nunca estabas de brazos cruzados. Todas estamos bien. Muy bien. Contentas y disfrutando de la vida con cabeza, como pedías. A ratos es imposible olvidarse de tí, claro. Porque fuiste importante, porque eras necesaria para algunas cosas; pero nos enseñaste también a caminar, poquito a poquito. Ayer en el ensayo, preparando la canción nueva, pensaba cuánto habrías disfrutado. Y el remusguillo de tristeza en el estómago, no nos lo quita nadie cuando vivimos cosas que nos acercan a quien fuiste, pero ya ves, aquí seguimos: tus niñas, salvando altibajos, luchando porque nos queremos y para que, de fondo, tu pequeño sueño siga haciéndose realidad. Bueno, me despido, que no es bueno quedarse parado en las cosas tristes. Un beso y un te quiero de una de tus tañeditas. Tu Rudy.

domingo, 17 de abril de 2005

Miedo

"...Miedo de volver a los infiernos, miedo a que me tengas miedo, a tenerte que olvidar. Miedo de quererte sin quererlo, de encontrarte de repente, de no verte nunca más..." Descubrí esta canción por Aralita. Y me encanta. ¿El canto del loco? Siguen sin gustarme los domingos. Además, qué estrés. Cuántas cosas quedan por hacer, por decidir... pero sobre todo, lo que hay que dejar de hacer es el idiota. Eso, lo primero de todo, que urge. Porque ya está bien la bobada. Y la culpa no es de uno, que los demás también hacen daño a veces; pero no siempre se ve venir. Dijo, uno que sabía de lo que hablaba, que si no se es valiente solamente se recogen migas. ¿Alguien quiere solo migas? Mejor que se las coman los pájaros y las hormigas. Y que en vez de migas... recojamos diamantes, que eso significará que estamos siendo valientes. Y fuertes, que no se puede uno estar cayendo una vez a la semana. Nonono, se acabó. Una buena noticia: El próximo finde ya podemos brindar con un patxarán. Nos debéis una cena! Duendecilla.

Mañana, mejor que hoy.

Casi las tres y media de la madrugada y yo aquí: sin salir y sin poder dormir. Y pensando en lo que estaréis haciendo unos, en que os echo de menos a otros, en que hace mucho que no os veo a otros cuántos... Y no he estudiado NADA. Y la culpa es de alquien, pero no sé de quién. Quizá de una mosca que se ha metido en mi cabeza y no sale, pero no para de hacer ruido. Y pienso y pienso y pienso... y planeo y planeo y planeo (hay un alguien lanudo por ahí que me dice que improvise), y lo que nunca me planteo es el PARA QUÉ de las cosas, que es lo que debería hacer en vez del POR QUÉ de ellas. Y en mi mundo siempre se junta un poco todo: he visto por la tele mi ciudad con mi playita azul, el Passeig de Gràcia, Las Ramblas y... jo, he extrañado a más gente aún. Mañana quizá les llame por teléfono a ver cómo están. Pero sonrío, porque les sé ahí. Cerquita. Y sonrío mucho, porque como decía mi yayo: "Vivo con recuerdos, no de recuerdos". Hoy ni siquiera he mirado el cielo. Estaba negro y sin estrellas. Y no había calorcito cerca para compartir, así que... mejor no probar algo que sé que su sabor es pura tristeza. Eso es amargo y a mí me gusta lo dulce. Voy a intentar dormir, pero no quiero soñar, que ya lo hago cuando estoy despierta y no funciona mucho. Mañana mejor que hoy, seguro. Petons, con gorro rojo.

sábado, 16 de abril de 2005

Eva y Marina.

Gracias por el rato, niñas. Sois dos rayos importantes del sol que alumbra mi camino. Todo lo que hemos hablado me sirve, sobretodo, para saber que os tengo y os tendré. Porque lo bueno, hay que cuidarlo. Porque lo que es de verdad, hay que mimarlo. Porque lo que es mentira, hay que tirarlo. Porque lo que hace daño, hay que dejarlo estar. Y pongo vuestros nombres de verdad porque quiero que quien lea el blog sepa todo esto. Porque quien lea este blog, me conoce a mí y quiero que sepa también un poquito de vosotras. Eva. Para mí no tiene nombre de pila, Eva es perfecto; ella también me llama Rut, simplemente. Amiga desde los... ¿14? Con muchos altibajos, y muchas idas y venidas por cosas de la vida, pero aquí estamos. Sencilla en la forma, pero no en el fondo. Aún no sé dónde guarda el corazón, porque es demasiado grande para que pueda llevarlo dentro. Luchadora y tenaz. Dependiente y silenciosa y una paciencia que yo jamás había visto. Está: el secreto es saber buscarla. Casi siempre sonríe, aunque sea entre lágrimas. Estudia empresariales. La encanta hacer muchas cosas, pero hay que animarla: excursiones con la uni, dibujar manga, jugar al risk y al Katan, echar algún partidillo de baloncesto... Apasionada de los bichejos: tiene en casa un pez que se llama Perro al que cuida con amor (ella me animó a tener a Nemo) y en Tudela, una fauna gigantesca. La encantan las pipas sin sal y beber biofrutas Canarias (y lambrusco, mmm...). Lee Harry Potter y su color favorito es el amarillo. Algo que me pone nerviosa de ella: cuando espero que hable y no hablaaaa... Algo que la pone nerviosa de mí: las mezclas que hago con las comidas. Definimos su estilo como hippy - surfero: kikers, vaqueros, camisa hippie de mangas anchas, un pañuelo y un montón de anillos y pulseras es su uniforme diario. Es encantadora, aunque de malas... mejor no la hagas ni caso y "vuelve más tarde". Quiere y se la quiere mucho, aunque no lo dice. Es persona de hecho y no de palabras, así que este párrafo es un extra, porque me habría agradecido más un beso, pero aquí está. Marina. Yo la llamo Aralita y aunque no la termina de convencer, pero me da igual, a mí tampoco me gusta "Ruceta", pero sale de ella y no me importa. Amiga desde la guardería, pero bueno, siendo serios, desde que empezó este curso; en nuestro historial aún no hay ningún mal rollo, de momento. Segura de sí misma y de sus ideas. Sensible y muy inquieta las cosas del corazoncillo. Adora pensar, pero a la vez es práctica. Independiente y no calla ni debajo del agua. Deja todo si la llamas, increíble en los tiempos que corren. Se ha tragado ella solita todas mis comeduras de tarro de lo que llevamos de año, mi pobre. Siempre abierta a gente nueva aunque sus planes, son sus planes. Sonríe y ríe a menudo, aunque también se la da de vicio poner morritos. Su voz convence, y es muy dulce. Apasionada de su carrera: filosofía. Contagia la ilusión por las cosas más simples. Entrena esgrima, su deporte favorito. Tiene un gato guerrero y gordo que se llama Bastet (nos odiamos mutuamente). La encantan los jumpers y el café solo con hielo y un solo azucarillo (y no cambia el pacharán por nada en el mundo). Lee a filósofos (a ratos porque la gusta, a ratos porque tiene que hacerlo) y la encanta Lucía Etxebarría. Algo que me pone nerviosa de ella: impuntual absolutaaaa... Algo que la pone nerviosa de mí: lo impaciente que soy. Su estilo es suyo y de nadie más: deportivas, vaqueros, camisetas (rosas, preferiblemente) y unos pendientes de luna (bueno, y ese abrigo peludo de yeti! jaja). Así se la reconoce. Importantísima para mí y con quien me da miedo discutir porque... vaya carácter! Mimosa nata de palabra y de hecho. Seguro que se emociona leyendo este cachito. La gente que las conoce, fijo que las reconoce en estas líneas. Y la gente que nos las conoce... no sabe lo que se está perdiendo. Hasta otro ratillo. Sábado por la noche: Estaréis en el Roda bebiendo calimocho con mora. Ag. Mua. Pasadlo bien. Buenas noches.

viernes, 15 de abril de 2005

Hoy no te creo.

No sé por qué, pero no te creo. A veces tan tú y otras veces tan lejos. A veces pienso que mi vida no sería lo mismo sin que tú estés dentro de ella, y últimamente estoy triste porque no estoy triste (siempre complicándome, ya sabes). Me preocupa que esto me dé igual, que no sea capaz de llamarte y preguntarte qué narices está pasando, porque tú estás muy feliz (obnubilada, que diría alguien que conozco) y no quiero que te preocupes por todo esto, porque ni siquiera yo lo hago demasiado. Porque aquí, lo que está pasando, está muy claro. Y cuando hablamos, no nos contamos nada. Y no contarse nada, después de tanto tiempo es un grave problema. Y me pincha en el alma que creas que te riño y que te ataco. Piensa en una promesa, ¿quieres? ¿Lo recuerdas? ¿Qué pasa con esa promesa? Jamás prometo cosas serias, lo sabes. Y lo hice. Y la mantengo. Te sigo esperando, ¿estás? O... ¿en tu pensamiento dice lo mismo que tu móvil 23 de las 24 horas del día?: "o-c-u-p-a-d-o". Y te echo de menos, pero no me apetece que lo sepas. Y ese hecho me rabia bastante. Y dices muchas cosas bonitas, pero las dices tanto que a cada instante más y más se van desgastando y perdiendo sentido y valor... y... no sé si me las creo... porque si de las palabras acompañas muestras, genial; pero cuando hay solamente palabras... uf, se las lleva el viento. Y lo que se lleva el viento no suele volver. Y las deposita tan lejos, que no apetece ir a buscarlas. No sé si te creo. Y estoy bien, aquí me cuidan mucho y tengo mucha gente a mi lado: gente de siempre, gente nueva... y nuevos sueños en los que no siempre te incluyo. Porque las rachas, son rachas, pero esta ya dura. No sé por qué. Y no quiero perderte porque te necesito, porque me haces falta para cosas que no comparto más que contigo... pero quiero que reacciones por tí, no por lo que yo diga. Y te echo de menos, pero no me apetece que lo sepas. Ah, y... yo también. Mucho.

martes, 12 de abril de 2005

Un café azul

Una tarde improvisada. Unas fotos. Un café solo con hielo. Un amigo impuntual. Un café con leche y dos bollitos de chocolate. Una cucharilla doblada. Unas hojas con dibujos. Unos libros y una revista. Unas palabras serias. Un diálogo interesante. Una sonrisa. Una sonrisa que se repite. Un camino rápido. Un hombre invisible. Una letra que espera música. Una mesa y frío. Un cadáver exquisito. Un consejo. Un consejo de otra cosa. Una cosa que contar. Una cosa que contar de otra cosa. Un camino a casa. Una sonrisa. Una sonrisa que yo no ví pero que hubo. Unas... horas, y no lentas. Un besillo de duendecillo.

lunes, 11 de abril de 2005

Rubita, ¿vamos?

Buenos días. Abandonando unos minutillos a Fernando de Herrera. Ya tengo una dirección de correo electrónico. Llega directa desde un tierra que "justo encima tiene un mar y justo abajo hay un león", ya lo decía Melendi. Gracias Blandita por la rapidez. Pues eso, que quiero cantar y quiero seguir viviendo música y más cosas. Y quiero volver a hacer mil cosas como antes, porque quiero atreverme, quiero atreverme a ser la de antes. Necesito un empujoncillo... Rubita, ¿vamos? Yo dispuesta. Ya es hora de dejarse de chorradas. Por algún sitio habrá que empezar. Quiero cantar, quiero cantar, quiero cantar!... ¿vamos? Besillo mañanero de duendecillo. ¿Vamos? ¿Vamos?, jijiji...

domingo, 10 de abril de 2005

¿Por qué duelen los domingos?

¿Por qué duelen los domingos? Me cuesta echar de menos y sonreír. Aprender a pensar me rabia las ideas y los recuerdos. Si quiero un abrazo he de pedirlo con palabras porque sino nadie se entera. Los domingos huelen a vainilla y un poco a melancolía. Y los domingos no tienen cielo, solo suelo (pero pone "prohibido pisar"). No tienen sol ni estrellas, solo trazos bruscos de color negro o como mucho, violeta. Los domingos no saben a chocolate ni a té de frambuesa, no saben. No saben a nada. Y los domingos no tienen música de guitarra, ni canciones a medias, solo alguna canción lenta una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez... Los domingos son como una nochevieja en pequeño y eso no me gusta. Hay que recapitular despacito la semana: ver lo cumplido y sobretodo lo que falta por cumplir; lo que quise hacer y está pendiente. Y se planea para la siguiente semana. Otra vez ponerse a prueba. Y si se tiene suerte, hay un tímido huequito para los sueños y la ilusión. Y las ganas de seguir riendo. Y una se empieza a hacer preguntas. A momentos, raras. Y cómo puede, se las intenta responder para que no burbujeen en la cabeza, hueca de cosas serias y llena de pájaros. Y algunas ideas-burbuja explotan y entonces una se vuelve a dar cuenta de que sigue siendo domingo. Y este domingo duele por cosas que no son azules, pero sonríe tontamente. Cosas que duelen a ratos, cuando das vueltas. Dolores que molestan las manos, para pintar abrazos. Molestias que ahogan la garganta, para susurrar al oído que mañana ya no será domingo. Cosas. Cosas que no son azules. Por eso duelen tanto los domingos. Besillo de duendecillo.

Una bronca, una canción.

Lo siento. LAURA PAUSINI. Mamá, he soñado que llamabas a mi puerta un poco tensa y con las gafas empañadas. Querías verme bien y fue la vez primera que sentía que sabías cómo te añoraba; y me abrazaste mientras te maravillabas de que aguantara triste y casi sin aliento. Hace ya tanto que no estamos abrazadas... y en el silencio me dijiste "lo siento". Pero ha bastado un ruido para despertarme, para llorar y para ver que regresaban aquellos días que de niña me cuidabas donde en verano cielo y playa se juntaban. Mientras con mi muñeca vieja te escuchaba los cuentos que tú cada noche me contabas, y cuando más pequeña tú me acurrucabas y adormecida en tu regazo yo soñaba. Pero a los dieciséis sentí cómo cambiaba y como soy realmente ahora me veía y me sentí tan sola y tan desesperada porque yo no era ya la hija que querías... y fue el final así de nuestra confianza, de las pequeñas charlas que ayudaban tanto: yo me escondí tras una gélida impaciencia y tu deseaste al hijo que se te ha negado. Y me pasaba el día sin volver a casa, no soportaba tus sermones para nada y comencé a volverme yo también celosa porque eras casi inalcanzable, tan hermosa. Y abandoné mi sueño a falta de equipaje, mi corazón y alma tiré en una vasija, perdí hasta la memoria por falta de coraje porque me avergonzaba tanto ser tu hija... Mas no llamaste tú a mi puerta, inúltilmente tuve un sueño que no puede realizarse. Mi pensamiento está tan lleno del presente que mi orgullo no me deja perdonarme. Mas si llamases a mi puerta en otro sueño no dudaría en pronunciar una palabra: me mirarías con tu gesto tan severo y yo me sentiría cada vez más sola. Por eso estoy en esta carta tan confusa, para encontrar algo de paz en lo que pienso, no para reclamarte ni pedirte excusas, tan solo para decirte "mamá, lo siento". Y no es verdad que yo me siento avergonzada, son nuestras almas tan igual, tan parecidas... esperaré pacientemente aquí sentada. Te quiero tanto, mamá. Escríbeme. Tu hija. Hace años luz de esta canción y aún lloramos las dos. Besillo de duendecillo.

sábado, 9 de abril de 2005

Ni cielo azul, ni sol, ni estrellas.

El día de hoy ha estado bien. Pero ha hecho frío. Mucho. Y el cielo no estaba azul, ni había sol. Hemos tenido que volver a sacar el abrigo que ya habíamos guardado bien en el armario porque había llegado la primavera. Ja. Menudo frío. Viento de éste que corta. Viento del que hace ruido. Ese viento que, cuando era una yogurina y mi padre me contaba cuentos, le pedía que se ahorrara el sonido del viento. Me daba miedo. Pues de ese. Y no sé. El agobio, la alegría, la satisfacción, el vacío, la tristeza, el amor, el capricho, el desamor, la ilusión, las ostias contra el suelo... todas esas burbujas pululaban a mi alrededor. Sensaciones encontradas y confusas, medio borrosas, que me persiguen desde hace tiempo. Quizá ya mucho. Y hablando y hablando, y entre caricaturas, libretas cuadriculadas, golosinas de kiosco y agua (mineral, que una si no se pone peor), se nos ha pasado el día. Ya ves. Yaves, y el cielo no estaba azul. Y ha llegado la noche. Y sigo teniendo frío. Y tengo una caricatura colgada del corcho y un botellín de agua vacío encima de la mesa. Y mañana me voy a ver a dos preciosas almas que no veo desde hace MIL y tengo ganas de abrazar. Hará frió, seguramente también allí, pero estas dos personitas sureñas me darán calor. ¡Qué ganas de comérmelos a besos!... Y el cielo no estaba azul y no había sol; claro que ya era de noche, así que esto no era raro. Pero... tampoco había estrellas hoy. Vaya. A ver a quién le cuento entonces mis secretos. Pero así, sin sol y sin estrellas... me ha dado tiempo a pensar algunas cosas que apuntaré en una libreta cuadriculada: cómo es la piel del sol, que no estaba tan equivocada cuando de pronto siento celos, que hay que aprender a olvidar pero nunca hay que OLVIDARSE... wow, cuánto de de sí un día de frío. Pero jo, por favor, que vuelva pronto el sol, que no me quiero perder la primavera. Y... no hay estrellas. No hay estrellas. Besillo de duendecillo.

jueves, 7 de abril de 2005

Vega, mi música de fondo

Universo azul La persiana hasta abajo en este cuarto, versos que dicen todo y dicen nada, pensamientos que ya empapan mi almohada, Aute de fondo susurrando: "Je veux faire l'amour avec toi". No consigo concentrarme y me digo "No seas tonta que aquí no se está tan mal"; pero la vida me demuestra lo contrario, día a día voy matando la esperanza de escapar. Solo espero esa sonrisa tribulada y aunque mientas me regales ese instante donde dices tan seguro que todo irá mejor... Esa voz que me repite cada día: "no estés trsite y descansa vida mía, ya verás como mañana te encontrarás mejor". He intentado levantar esa persiana, escribir mil idoteces que hagan gracia y secar mi almohada a carcajadas y otra música de fondo que no me arranque la emoción. Y con todo he conseguido más bien poco, tras el crital todo estaba mojado, la almohada casi muere en un naufragio cuando oí a Silvio susurrando: "mi unicorni azul, ayer se me perdió". Solo espero que consigas darte cuenta y aunque sea difícil al final comprendas que aunque ponga voluntad no habrá nada en el mundo que me haga olvidar que no estás cerca, que me enseñe a vivir sin repetirme... cuánto te echo de menos. Besillos de duendecillo.

miércoles, 6 de abril de 2005

Echar de menos

Echo de menos. Mucho. Te echo de menos. Mucho mucho. Os echo de menos. Mucho mucho mucho. Es duro echar de menos, el precio es caro: bajones, tristezas, días negros, soledad, momentos de mandarlo todo a la mierda, lloros, nervios y desazón. Vaya. Y eso que estamos en el siglo de las comunicaciones, pero no todo sirve. Un mail, está bien; una carta, es especial, está aún mejor; una llamada de teléfono escuchando esa voz, da vida... jo, pero es que no hay nada como un abrazo, un beso, un mimo, o una carcajada en directo. Echar de menos, supone que todo lo que haya entremedias de un reencuentro sean palabras. Esas palabras que se agolpan, que no salen, que duelen, que animan, que enfurecen, que regalan risa, que regalan lágrimas, que que nacen, que mueren, que resucitan, que pintan, que pintan azules, que lucen, que gritan, que susurran, que abrazan, que besan, que quieren, que adoran... esas palabras que ECHAN DE MENOS. Es duro, sí, no lo estoy pasando bien. Esto no es bonito. Encontrar alguien siempre es guay, pero echarle de menos, no tanto. Debería ser negociable echar de menos. Es lo peor. Claro que está la otra cara de la moneda: el reencuentro. Ese que a veces no se sabe cuando va a ser, y cuando no hay fecha, los días pesan más. Los días y los segundos. Sobretodo cuando hay algo importante que compartir, aunque sean cosas del alma. Cuando hay un trozo de pizza rebenida en la mesa de la cocina, o un sirope de chocolate con el que untarse toda la cara a primera hora de la mañana y empezar el día siendo la payasa reconocida, o no sé qué ponerme, o un Habana Blues que ver sin que nadie quiera ir conmigo, o un cuento de fijiis, una canción a medias, o unas copichuelas pendientes, o un colacao con palomitas de maíz, o cuando pinto desvaríos escuchando a Sabina... en todos esos momentos, os echo de menos. Me pesan los días y las semanas. Hace mucho que no nos vemos. Y ya va siendo hora. Pero bueno, ya sabemos: resignación. Qué palabra tan horrible. Siempre quedan las palabras. Que aunque limitan, definen y eso está muy bien. Puedo usarlas para decirlas que quiero. Mucho. Que te quiero. Mucho mucho. Que os quiero. Mucho mucho mucho. Mañana seguro también. Besillo de duendecillo. P.D. y tú... ¡ponte buena!