martes, 31 de diciembre de 2013

Pisando siempre el borde de la luna: 2013.

"Sólo hay un viaje del azul al cárdeno / por la vía sin fín de las palabras" Luis Izquierdo.

El fin del humo, la nocilla, los amaneceres, las piedras, las carreritas, la luz, Mark y Rubén y María y Pablo y Elena y Arón, los sueños en otros (países), el reconocimiento, mis queridas mujeres árabes, trabajos aparentemente dignos que resultaron infames, los viernes barraquiles, el reencuentro con Tañed, los desencuentros, la enfermedad. 

"Hay demonios en mí. / Tengo rostros deformes coronando mis sueños. / Están aquí, en mi lecho, / en todas las estancias de la casa / que habito y que me invade" Ana Agustín.

Los monitores, la calle de los partenoncitos, el sol que quema, la playa, los frappés, el español perfecto de telenovela, Michigan y Dakota del Norte e Illinois, los golpes, una boda, la poesía, Madrid y los libros y las cerves, la vocación reafirmada incuestionablemente, las huelgas de mareas verdes, Atenas y Egina y Asturias y Cantabria y Marín, la fiesta de prau, los pistachos, un parque de cuerdas, nuevos nombres, Tú, nuestra casa y nuestra vida. 

"Me gustaría tener que contar / grandes aventuras, / pero me muevo aquí siempre / muy próxima, muy junto a mí, / caracol de mí misma, atado a la tierra". Ana María Reviriego.

Toneladas de cvs, los chavales de Cruz Roja con sus nombres y sus historias, la integración, el futuro, Manuel y Paula y Blanca - que será-, música zen para dormir, un delfín, principitos nuevos, la ansiedad, los intentos que quedaron en intento, la introspección, los hojaldres con azúcar, los exámenes desde el otro lado, la familia, las salpicaduras de limonada, una piscina caliente, un premio, las guindas, la ausencia, las orillas, la desembocadura, las despedidas llovidas sobre mojado.

"Todo es simple / mas exige un esfuerzo. / Ver su mirada, su muda presencia, / reparar en ella, en ellos, / suspender trasiego y acción". Antonio Crespo Massieu.

Las cenas con réplica, el soneto al arroz con leche, un botijo, las lentejas, la etiqueta en el buzón, el paro, la reconciliación con la fonética, las clases de francés, una bici nueva con cesta, el wasap y sus consecuencias, el otorrino, los semidulces, Iván y Gabriela, el teatro, las voces, las prácticas y los temas, Pilar y Karim y Liliana y los demás, las confesiones, los nombres, los nombres.

"Soy lenta como el mundo. Soy muy [[in]] paciente, / girando a mi ritmo, los soles y las estrellas / me observan con atención. / El interés de la luna es más personal: / pasa y vuelve a pasar, luminosa como una enfermera" Sylvia Plath.

Un cuaderno en blanco de Poe, la mediación, lo que queda de Colmo que es mucho y lo que importa, las conjugaciones, los retales bien cosidos, las noticias, el miedo, el estudio, los planes, un proyecto, los descubrimientos, un calendario a estrenar, una maleta hecha, la celebración, una ida ilusionante, la vuelta más que deseada y

la vida - que yo vivo -
pisando siempre el borde de la luna.

d.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Las manos de mi abuela.

Han frotado con agua de río en una tabla de lavar. Han cargado con el cántaro a la fuente. Han cocinado desayunos que olían a patatas fritas y a torreznos. Han recogido huevos del pajar en las sobremesas del verano, justo antes de escoger las pipas del melón que arrojaban a las gallinas. Han secado con brío mi cabeza después de cada baño y me han peinado haciéndome muchos tirones entre los rizos. Han cosido delantales preciosos de camisas viejas o retales que parecían, por lo menos, completamente inservibles. Han salpicado cubos de agua para que el piso estuviera fresquito. Han amasado pan y cocinado, con amor, tartas de chocolate y castañas con anises. Han abrazado, besado, acariciado y consolado. Han preparado infinitos bocadillos de chorizo (y de nocilla). Han mandado callar. Han trabajado muy duro en el campo pasando frío y también mucho calor. Se han cortado y se han curado. Han despedido a miembros de, al menos, tres generaciones. Han hecho picias pequeñas y no tanto. También, muchas otras cosas, (muy) probablemente, maravillosas. Han sobrevivido al paso de los años cada vez en más silencio, cada vez con menos ganas y más miedo, pero siempre incansables en el tejer arácnico de las horas muertas.

Las manos de mi abuela.

d.

FOTOGRAFÍA: Edu Sanz.

domingo, 20 de octubre de 2013

¿Bailas?

Se abre el telón:
ruido escogido elegantemente,
movimientos exquisitos y perfectos,
cuerpos esculturalmente disciplinados.
Se cierra el telón:
almas educadas para el sufrimiento lucido. 
d.
"EN PUNTAS" El artista español Javier Pérez ha creado una instalación de video en colaboración con la bailarina Amélie Ségarra para hablar de “las debilidades que se convierten en los límites entre conceptos irreconciliables como la belleza y la crueldad, la fragilidad y la violencia, la cultura y la naturaleza y/o la vida y la muerte” y demostrar la manera en que el ballet manifiesta y personifica dichas dualidades. La bailarina aparece como una figura misteriosa que expresa el esfuerzo , el sacrificio y el dolor en su luchar por la perfección. Tan frágil como cruel y violenta.. A través de este trabajo, Javier Perez investiga y refleja una vez más a la condición humana. El uso de un lenguaje fuertemente metafórico rico en simbolismos, revela las debilidades que se convierten en los límites entre conceptos aparentemente irreconciliables como la belleza y la crueldad, la fragilidad y la violencia , la cultura y la naturaleza o la vida y la muerte.

viernes, 18 de octubre de 2013

Viernes o bosquejo de los triunfos revolucionarios.

"Ningún himno a la libertad, entre los muchos que se han compuesto en las diferentes naciones, es tan hermoso como el que entonan los oprimidos de la enseñanza elemental al soltar el grillete de la disciplina escolar y echarse a la calle piando y saltando. La furia insana con que se lanzan a los más arriesgados ejercicios de volatilería, los estropicios que suelen causar a algún pacífico transeúnte, el delirio de la autonomía individual que a veces acaba en porrazos, lágrimas y cardenales, parecen bosquejo de los triunfos revolucionarios que en edad menos dichosa han de celebrar los hombres". Miau, Benito Pérez Galdós.

Los viernes son para todos.
d.

lunes, 14 de octubre de 2013

Ya no es tiempo de hijos pródigos.

Cuando se avanza en el camino, no se escupe hacia el origen. No se hace. Pero si se hace, que la soledad y la miseria amparen, que cubran donde un día hubo regreso a casa. Porque el llanto malicioso se vuelve cal y escuece a los que se quedan cimentando hogar por si, un día, hubiera existido intención humilde de vuelta. 

No se rasguen vestiduras, no se limpien las heridas, no se acoja, no se abrace, no se laven pies descalzos.

Ya no es tiempo de hijos pródigos.

d.

jueves, 3 de octubre de 2013

Ciudad Juárez o donde ser mujer no significa apenas nada. (Pre)posicionamiento.



(...) Más insolente que la ceguedad, / más enfebrecido que miembro erecto de perro, / más cotidiano que la mano dentro / de la falda infantil, / más prestado que el dinero. / Me convierto en pena clavada / en carne vacía, / en perseguido persiguiéndote, / cavador de gritos, / en habitante / de este cuerpo desierto” Susana Chávez
 



Castigo a la inocencia desvestida

la nada ante fantasmas superiores.

Crimen bajo salvajes ambiciones,

sueño con sombras negras clandestinas,

hurto contra poderes insalvables

por ser carne de yugo maquilado

con trampas desde afueras fronterizas.

Intocable en caricias naturales

y rosa entre desiertos ensuciados.

Más ventanas hacia un enfermo infierno,

dolor hasta otra vida sempiterna.

Son huesos para crímenes impunes.

Rabiosa rebelión por cruces rojas

y memoria según las conveniencias.

Silencio sin eco eco eco eco e,

la Tierra sobre edades mal vividas.
 
Sólo la poesía tras el fuego.


d.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Salvador Allende o cómo de los inmortales siempre se aprende algo.

Santiago de Chile, 11 de septiembre de 1973.  "Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos. (...) Me dirijo, sobre todo, a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros, a la abuela que trabajó más, a la madre que supo de nuestra preocupación por los niños. Me dirijo a los profesionales de la Patria, a los profesionales patriotas que siguieron trabajando contra la sedición auspiciada por los colegios profesionales, colegios de clases para defender también las ventajas de una sociedad capitalista de unos pocos.
Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron y entregaron su alegría y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos, porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente; en los atentados terroristas, volando los puentes, cortando las vías férreas, destruyendo lo oleoductos y los gaseoductos, frente al silencio de quienes tenían la obligación de proceder. Estaban comprometidos. La historia los juzgará. (...) Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición". Salvador Allende.

De los inmortales, siempre se aprende algo (grande).
d.

sábado, 7 de septiembre de 2013

El que mucho abarca poco aprieta o la hiperactividad impuesta.

" (...) Tanto estímulo exterior nos aleja del arte más grande de todos, que proponía Montaigne: seguir siendo uno mismo, porque para alcanzarlo se necesitan largas horas de reflexión, es decir, pasar mucho tiempo sentado en una silla, o andando si es que se es afecto a los pensamientos caminados que proponía Nietzsche, sin hacer nada más que pensar y esto, en nuestro hiperactivo siglo XXI, constituye un pecado capital.
Se han acabado los periodos de silencio, quien va andando no produce pensamientos caminados, va consumiendo algo que sale de su mp3 y le entra por los oídos, el que viaja en metro aprovecha el trayecto para hablar por teléfono o para responder un e-mail, y cualquier momento libre se rellena con la información ilimitada que produce la pantalla del teléfono o de la tableta. Nadie tiene paciencia ya para sentarse a oír un álbum de música completo, hay tiempo para oír una sola canción, que se vende en iTunes por separado; el disco entero nos roba el tiempo que podríamos aprovechar consumiendo otra cosa". Jordi Soler, "El pensamiento vagabundo", EL PAÍS 7/9/2013 


Hace poco hablábamos en casa sobre la creciente necesidad de enseñar a los niños a aburrirse, de enseñar a los niños a que aprendan a no hacer nada de forma serena y satisfactoria. Seis horas de educación reglada y dos o tres horas diarias de actividades extraescolares es la realidad de casi todos los personajillos escolarizados, pequeños y no tanto. ¿Para qué? ¿Vamos a hacer generaciones mejores por el hecho de estar más ocupados? ¿Por qué todos tenemos que hacer deporte (si eras jugador de fútbol o jugadora de baloncesto ya lo copabas en el cole, aunque ahora ha llegado el tenis y ha llegado el pádel), ir al conservatorio (mejor piano o flauta travesera que es más de clases), aprender inglés (nada de francés ni de alemán, que eso son lenguas minoritarias) y ser miembros del AMPA para que salgan más baratas las clases de pintura (o de aeróbic para madres y bricolaje y cocina fácil para padres)? Después llega a casa, haz los deberes, pon la tele, la play y engánchate a tu smarphone con mensajería instantánea. Y luego, de adultos, que hagan yoga o vayan a un terapeuta para tratar diagnósticos de hiperactividad, TOCs o ansiedad, claro que sí. 

Yo, de todas esas cosas, que muchas hice, lo que mejor recuerdo son los paseos por el campo con mi abuelo en silencio (con las manos agarradas por la espalda, con mucha paz), lo bien que dormía en el pueblo sin despertador hasta que mi abuela abría los cuarterones, las tardes muertas (pero muy vivas) entre sol, libros, pinturas, tizas, juegos inventados, bicicletas y bocadillos de nocilla. Cuidadín con la libertad de tiempos, que la estamos convirtiendo en inexistente. Jordi Soler lo reflexiona muy bien. 

Y otra cosa: no todos vamos a ser Montaigne.
d.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Camino de la buena suerte.

Preparándolo todo para volver a casa, no puedo no pensar en cómo cambia la vida, en cómo gira la noria. Gracias a Manuel y Paula, por nacer. Gracias a las tiendas de plásticos fluorescentes con helados bajo un olivo, a los partidos de tenis con piscina nocturna, a las playas silenciosas con albares abuhardillados. Gracias a las cenas basura con personajes inventados y ejércitos imposibles, a las sagas completas de películas históricas. Gracias a los videos malos para carcajadas seguras. Gracias a los sonetos triviales con guasa y picazón, a las discusiones formales, a los libros prestados, a las carreras de por la mañana con música y aspersores. Gracias a los consejos en pantallas luminosas y a los regalos con brillantina de otros países. Gracias a las lagartijas que se llaman Dori. Gracias a los encuentros, reencuentros y desencuentros. Gracias a las muchas horas de estudio en solitario (y las que quedan). Gracias a las puertas que se abren, que se cierran. Gracias a los desayunos de niños que se hacen hombres y a las visitas a laboratorios llenos de experimentos de vidas nuevas y mejores. Gracias a las excursiones de día con cerezos y manzanos y tristezas aparcadas, por volver a las raíces durante unas horas. Gracias a la limpieza cooperativa. Gracias a los lujos, las reflexiones, las huidas. Gracias a las ideas claras, a las buenas caras. Gracias al cine y a las cervezas. Gracias a lo honesto y lo leal, a lo que hay. Gracias a las fiestas de prau, al reguetón, a los mitos generacionales, a las gaitas y a las catedrales cerradas. Gracias a la paz, a las mudanzas, a las paredes blancas y a los sueños nuevos. Gracias al amor eterno de los mismos. 

Camino de la buena suerte.
d.

Fotografía: idea y cesión por Fani Dueñas

miércoles, 2 de enero de 2013

2013.

 

Nos hacemos mayores cuando dejamos de sentirnos inmortales cuando nuestros padres pasan de héroes a soldados de primera línea atrincherada cuando los amigos se reducen y los que quedan viven otras ciudades, otros contextos cuando lo único importante es tener amor con el que compartir rutina y seguir dando los buenos días al miedo plantando cara (y cruz) a lo que viene buscando esperanza entre la nieve y alegría entre las piedras. Cuando nos sabemos prescindibles es, precisamente, cuando nos hacemos mayores.