miércoles, 29 de junio de 2005

Mar adentro

La escena de "¿pero tú fumas? no, es por si me mata, pero nada", las miradas, el acento, los actores, las sonrisas, y las lágrimas, el demiurgo de Amenábar... y... EL POEMA DEL FINAL con esas vistas...
Esta peli ha hecho mella.
Aún con el tiempo sigue haciéndola.
Beso. Mar adentro.
MAR ADENTRO Ramón Sampedro. Mar adentro, mar adentro, y en la ingravidez del fondo donde se cumplen los sueños, se juntan dos voluntades para cumplir un deseo.
Un beso enciende la vida
con un relámpago y un trueno, y en una metamorfosis mi cuerpo no es ya mi cuerpo; es como penetrar al centro del universo.
El abrazo más pueril, y el más puro de los besos, hasta vernos reducidos en un único deseo.
Tu mirada y mi mirada como un eco repitiendo, sin palabras: más adentro, más adentro, hasta el más allá del todo por la sangre y por los huesos.
Pero me despierto siempre y siempre quiero estar muerto para seguir con mi boca enredada en tus cabellos.

¿Amar?

¿Amar = estar enamorado? ¿Amar es abandonarse y confiar? ¿Amar es compartir las riendas de tu vida? ¿Amar a todo y a todos, o sólo exclusivamente a un alguien? ¿Amar: eterno o fugaz? ¿Amar con el tiempo o en el tiempo? ¿Amar y miedo? ¿Amar y pánico? ¿Amar necesario? ¿Amar imposible ahora? ¿Amar o ser amado? ¿Amar sencillo? ¿Amar y/o Amor?

lunes, 27 de junio de 2005

Y esta soy yo.

Y ESTA SOY YO
"El
sueño
de
Morfeo" Y
esta
soy
yo... Dicen que soy un libro sin argumento, que no sé si vengo o voy, que me pierdo entre mis sueños. Dicen que soy una foto en blanco y negro, que tengo que dormir más, que me puede mi mal genio. Dicen que soy una chica normal, con pequeñas manías que hacen desesperar. Que no sé bien donde está el bien y el mal... ¿dónde está mi lugar? Y esta soy yo: asustada y decidida; una especie en extinción tan real como la vida. Y esta soy yo: ahora llega mi momento. No pienso renunciar, no quiero perder el tiempo. Y esta soy yo... Dicen que voy como perro sin su dueño, como barco sin su mar, como alma sin su cuerpo. Dicen que soy un océano de hielo, que tengo que reír más, y callar un poco menos. Dicen que soy una chica normal con pequeñas manías que hacen desesperar. Que no sé bien donde está ni el bien y el mal... ¿dónde está mi lugar? Y esta soy yo: asustada y decidida. Una especie en extinción tan real como la vida. Y esta soy yo: ahora llega mi momento. No pienso renunciar, no quiero perder el tiempo. Y esta soy yo... No sé lo q tu piensas. No soy tu cenicienta. No soy la última pieza de tu puzzle sin armar. No soy quien ideaste, quizá te equivocaste. Quizá no es el momento. Y esta soy yo: asustada y decidida. Una especie en extinción tan real como la vida. Y esta soy yo: ahora llega mi momento. No pienso renunciar, no quiero perder el tiempo. No sé lo q tu piensas. No soy tu cenicienta. No soy la ultima pieza d tu puzzle sin armar. No soy quien ideaste, quizá te ekivocaste. Quiza no es el momento de apuntar lo que hice mal.
Y esta soy yo...

viernes, 24 de junio de 2005

Deseos quemados y Neruda

Bonita noche la de ayer. San Juan. Me quedo con el momento de las cuatro niñas quemando los deseos en la arena. Fue especial. Cuántas estrellas, y fuego y agua, y hadas y deidades. Y ángeles de la guarda... Parece que hoy está todo un poco nuevo. Todo empieza un poco de cero... Os voy a compartir algo que me ha enviado Ana. Sé que a más de un@ le gustará. Beso. Azul.

QUEDA PROHIBIDO de Pablo Neruda

Queda prohibido llorar sin aprender,

levantarte un día sin saber qué hacer,

tener miedo a tus recuerdos.
Queda prohibido no sonreír a los problemas,
no luchar por lo que quieres,abandonarlo todo por miedo,
no convertir en realidad tus sueños.
Queda prohibido no demostrar tu amor,
hacer que alguien pague tus dudas y mal humor.
Queda prohibido dejar a tus amigos,
no intentar comprender lo que vivieron juntos,
llamarles sólo cuando los necesitas.
Queda prohibido no ser tú ante la gente,
fingir ante las personas que no te importan,
hacerte la graciosa con tal de que te recuerden,
olvidar a toda la gente que te quiere.
Queda prohibido no hacer las cosas por ti mismo,
no creer en Dios y hacer tu destino,
tener miedo a la vida y a sus compromisos,
no vivir cada día como si fuera un último suspiro.
Queda prohibido echar a alguien de menos sin alegrarte,
olvidar sus ojos, su risa, todo
porque sus caminos han dejado de abrazarse,
olvidar su pasado y pagarlo con su presente.
Queda prohibido no intentar comprender a las personas,
pensar que sus vidas valen más que la tuya,
no saber que cada uno tiene su camino y su dicha.
Queda prohibido no crear tu historia,
dejar de dar las gracias a Dios por tu vida,
no tener un momento para la gente que te necesita,
no comprender que lo que la vida te da, también te lo quita.
Queda prohibido no buscar tu felicidad,
no vivir tu vida con una actitud positiva,
no pensar en que podemos ser mejores,
no sentir que sin ti este mundo no sería igual.

miércoles, 22 de junio de 2005

(Sin título)

Medio segundo. Medio segundo que marca la diferencia. La diferencia entre la felicidad, cumplir un sueño o... quedarte a las puertas. La diferencia entre recibir noticias o aprender a entender los silencios. Noticias... ¿De quién? Los silencios, aunque traigan mil noticias, se hacen tan amargos como los últimos besos. No es amargura, es más bien melancolía. ¿No te das cuenta? Melancolía: extrañar lo bello. Y como yo digo siempre, lo que es bello es porque es triste. Todo un circulo vicioso. Y otra vez esa palabra: saudade. Noticias del viento. Noticias de lejos. Noticias en suspiros, en palabras que no se dicen. Noticias en lo bello de la melancolía. Saudade. ¿Y si no quiero noticias¿ ¿Y si prefiero vivir ausente vivir de sueños, de ilusiones desamparadas?...y cómo no, el viento vuelve. No trae noticias, no. Se lleva ilusiones y me trae recuerdos que creía olvidados. Me deja sola otra vez. Con mis recuerdos. "La vida es sueño", decía Calderón. Puedes convertir los sueños en noticias, haciéndoles realidad. El viento nunca está vacío de susurros. Jamás, pequeña, porque el viento se mueve por las almas y las almas nunca están vacías. ¿Recuerdos olvidados? Qué paradoja. Nunca estarás sola si estás viva, porque con tu vida y tu alma, el viento seguirá lleno de suspiros. Lleno de recuerdos. Y seguirán humedeciendo la herida para que en ningún momento termine de cicatrizar. Podríamos en todo caso- podría yo, en todo caso-, tapar mis oídos para dejar de escuchar aquellas mentiras tornasoladas que eran un bálsamo diario. Podría dejar de acariciar las sábanas imaginando que tu mano está jugando a los silencios a escondidas, bajo la tela blanca para que nadie más lo sepa. Como un secreto. Podría. Pero no. No puedo. Y no puedo porque no quiero. Noticias. Heridas. Mentiras. Cicatrices. Viento. Recuerdos. Olvido. Silencios. Soledades. ¿Estás viva? Yo diría que sí. Acaricia la tela blanca y sigue jugando. Pero no vale cerrar los ojos, hay que mirar y atreverse a sentir. Atrévete para que cuando volvamos a encontrarnos, no se nos haya olvidado jugar a los silencios, escondiéndonos del mundo, dejando nuestras almas al viento, en una mano.
Pía y una duendecilla.

martes, 21 de junio de 2005

Y...

Estoy escuchando unas canciones que me regalaron hace poco. Y no digo “un disco que me regalaron hace poco”. No. Digo unas canciones porque es lo que me regalaron, porque sé que esas canciones dicen cosas. Dicen cosas al remitente. Dicen cosas al destinatario, en este caso: yo. Una se da cuenta de que hay más gente loca que lucha por la vida. Y el amor. Y esas cosas que en este mundo de hoy, parecen de cuento. Ojalá nunca se escape un poco de Peter Pan, ni de Campanilla. Ojalá vivamos siempre esos ratos en Nunca Jamás. La vida es un cuento que escribimos cada día con música de fondo. Cuentos. Como los que me leía papá sentado en mi cama. Cuentos como los de Gloria Fuertes, por ejemplo, con los que crecí. Personajillos que dormían conmigo, en mi almohada: Coleta la Poeta y el pingüino Marcelino, que siempre me hacían llorar. La casita de chocolate que él versionaba cada noche para que yo siguiera atenta. El viento que soplaba y me daba escalofríos cuando hacía el sonido con sus labios y tengo clavado a fuego: “Fffshhhuuu, fffshhhuuu...”. Cuentos de príncipes azules y princesas y un Principito. De alfombras mágicas y brujas y una niña que se llamaba Micaela que no sabía jugar. De casas encantadas. Y de Momo!... Música. Y canciones. Canciones hasta para que una aprendiera a atarse los zapatos, y las horas del día, y los números, y que había que comer de todo. Y luego estaba la poesía. Claro. Poemas que Lala y Yayo me contaban de carrerilla, y yo me aprendía. Y la guardería con las hormiguitas, y una canción que no recuerdo que nos ayudaba a desentumecer las manos en invierno. Y los discos de Vinilo y un acordeón que tocaba el hijo de Margarita, la cocinera. Y mis primer cassette que tenía micro y todo. Y mi amigo imaginario que era una bola de madera amarilla con ojos a la que llamé Bolita, y con el que grabé cintas y cintas, hablando y cambiando voces... y hoy en día, han desaparecido. Y mi primer peluche intocable, que me compró mamá cuando salimos del hospital (porque yo dí guerra desde el principio, jeje...) y se llamaba Punky, porque tenía pelos azules que no tardaron mucho en desaparecer porque me los comí (yo siempre tan original...)...
Y mi primer día de guardería. Y mi primer día de cole, con mi uniforme nuevo y mi bolsa azul que me doblaba el peso pluma que yo era por aquel entonces. Y mi primer día de comedor, donde empecé comiéndome el postre. Y mi primer rato con Ana García y compañía. Y el último. Y mi primera llorera rabiosa. Y mis primeros triunfos. Y mi primer día en el 2º pabellón, con los calcetines marrones, y no blancos. Y mi primer día de uni... Y mi primer día sin Almu. Y mi primer día con Marina. Y mi rato con Eva después de arreglar cosas. Y mi primer rato después de tiempo con Yvvi. Y mi primer domingo tomando café con Vane. Y mi primer beso, y mi último beso hasta hoy. Y mi primer paseo con Yayo que fue por el campo, y el último, que fue por el pasillo del hospital, cuando iba con su bastón nuevo y presumiendo de nieta con todos los que allí había. Y mi primera huida.Y mi primer chupito con mi Gasolita. Y un día con Víctor. Y una noche loca con mis Descontroladas favoritas. Y mi primera carcajada con Cris y la última. Y mi primer pozo a la desesperación. Y mi primera ilusión que no la última, por supuesto. Y mi primera vez de mandarlo todo a freír espárragos. Y una vez que me sentí humillada. Y la primera ostia. Y la segunda ostia. Y cuando dije “hasta aquí hemos llegado”. Y una cena con mis Tañeditas. Y mi primer abrazo con Mi Rubita. Y mi primer dolor fuerte. Y mis expectativas. Y mi llegada del Campo de Trabajo. Y mis conversaciones con Victoria hasta las mil de la madrugada. Y mi primer día picando las paredes de una hermita. Y cuando me emocioné en el Molino del Capitán. Y el primer “te necesito” de Esther. Y un rato con el Mister. Y un paquete desde México. Y una locura en Junio. Y cuando odié a alguien por primera vez. Y cuando abrí las compuertas del corazón cerradas a cal y canto de nuevo. Y mi primer abrazo con Ana. Y un rato en una estación de tren. Y una carta de Sole. Y un libro dedicado donde decía “Espero que nuestro futuro sea igual de alegre que nuestro pasado”. Y una sorpresa. Y dos. Y mil. Y un mimo mañanero. Y una mano que lo dijo todo sin hablar. Y una experiencia. Y un helado de chocolate. Y un pacharán. Y una guitarra nueva. Y una borrachera. Y mil cigarros hablando del alma. Y un “Si Amaneciera”. Y un “Corazón de Mimbre al oído”. Y una noche de verano hablando y llorando en el puente. Y un cielo en invierno. Y un desliz inoportuno. Y mucho miedo. Y sentirme ridícula una vez y dos y tres... Y seguir siendo una niña. Y no saber encajar cosas. Y quererte tanto. Y pensar en los demás si lo necesitan. Y pensar en mi pero poco. Y tener paciencia. Y necesitar pelas por un tubo a la voz de ya. Y sacar un maldito 6.25 esperando un notable o incluso más. Y esperar. Y hacer planes. Y deshacerlos. Y fallar a gente que me espera como Raúl y Sergio, y Anira y... quererles igual, pero no se lo creen. Y un café con May. Y una conversación con Ana hasta las 2 de la madrugada. Y un estar tranquila un rato. Y un Nemito que ya no está. Y no estar en fiestas este año y temer que la gente no lo entienda. Y un viaje a Colonia. Y dos enanas que aprecio mil. Y entregarme tanto y tan rápido, no se entiende. Y confiar, que nunca se sabe. Y desconfiar, y entonces no está bien tampoco. Y querer tanto otra vez, sabiendo consecuencias. Y jurarme no volver a hacerlo y no poder. Y necesitar de. Y redescubrir los “te quieros” y que no sirvan. Y decir “te quiero” y que sirva. Y hacer daño sin quererlo. Y dar pie a cosas, sin quererlo. Y no querer nada. Y que no me la sople nada. Y desvaríar. Y Dios. Y la magia. Y la casualidad. Y Silvio. Y Aute. Y Fernando Delgadillo. Y el sol. Y la piel. Y las cosquillas. Y no dormir en toda la noche. Y los pipis. Y los leles. Y Altea. Y lo que os echo de menos. Y la gente que está fuera. Y esa Barna lejana. Y la familia, poca y mal unida. Y las guerras adorables con mamá. Y el petardo encantador de mi Tate. Y el orgullo de papá y su amor. Y Gos con su mirada triste que sigue buscando un poco al abuelo. Y el respeto. Y lo que sobra. Y lo demás. Y lo de más. Y los no sés. Y los "quiero". Y los "puedo". Y septiembre. Y los dónde y cómo. Y los cuándo. Y los días sin horarios. Y los días sin planes. Y vegetar. Y tener miedo. Y las noches asquerosamente calurosas. Y los mosquitos. Y los kilómetros. Y Melendi. Y el Sueño de Morfeo. Y cerca de 90 nombres. Y las respuestas que no quiero y las que quiero. Y las cosas que digo sin animo de ofender, y ofenden. Y cuando me llamaron agresiva. Y cuando me dijeron que no dijera eso que me encantaba decir. Y cuando me dijeron que no. Y un minuto tocando. Y un ensayo en viernes. Y un chicle pegado en el zapato. Y una canción a capella. Y una sonrisa preciosa. Y unos ojos negros llenos de luz. Y las velas de coca-cola. Y un gorrito de colores. Y luego qué. Y el apoyar sin entender. Y el ser egoísta y sentirme horrible. Y un pañuelo azul. Y un vengastaluego. Y un en fin. Y una rosa amarilla ya seca. Y la libertad. Y la soledad. Y las pinceladas. Y la amistad. Y lo especial. Y el no saber. Y el prescindir. Y el "no me volverá a pasar". Y las carcajadas. Y los recuerdos. Y los instantes. Y las estrellas. Y afinar una guitarra. Y un café solo con hielo y dos azucarillos. Y los fijiis. Y Maje y Ana. Y Pepo. Y Sonia y María. Y las visitas pendientes. Y los abrazos y los mimos que se agolpan y luego te llenan el alma y te vacían los depósitos de lágrimas. Y las ganas. Y los nudos en el estómago. Y los nervios. Y los reencuentros. Y las llamadas de teléfono. Y la playa. Y los azules. Y la poesía. Y las canciones. Y los cuentos. Y cuántas cosas.
Y seguiría sin cansarme toda la noche. Y gracias a los que me ayudáis a hacer de mi vida un cuento.
Y besillo. Azul y pequeño.
Y... Duendecilla.

lunes, 13 de junio de 2005

La piel del sol

Estaba cansada. Cansada de nada y de todo, a veces ocurre. Y me fui a dar un paseo sola. Fui hasta el gran paseo para ver el mar. Pero quería más. Y me descalcé porque intuí que pisaba tierra sagrada, y no le pregunté nada a la arena para saber si tenía que quitarme mis zapatos, me los quité y ya. En silencio. Y me quité un zapato y viendo que no quemaba a pesar del sol, me quité el otro zapato. Y como no quemaba me quité un calcetín y luego el otro. Y caminé hasta la orilla. Un paso, y luego otro, y otro... y al principio los contaba, luego ya olvidé el número de pasos, pues noté que lo importante era haber llegado hasta la orilla. En silencio. Y una vez en la orilla me subí el bajo de los vaqueros para no mojarlos, porque quería más. Ya no solo quería ir hasta el final del paseo y pisar la arena. No. Quería sentir el agua cosquilleándome los pies. Estaba fría y eso despertó mis soñolientos sentidos. Ahí estaba yo, de pie, en la orilla, hundida en la arena mojada, con mis zapatos en una mano y mi cantidad de recuerdos en la otra mano. En silencio. Soplaba el viento y me despeinaba los rizos. Olía salado. Olía a mar. Olía a sueños. Algunos rotos, otros a medias, otros mal logrados, otros conseguidos; pero olía a sueños. Y levanté más la cabeza y ví las gaviotas y el cielo con nubes azulado plomizas. Y el sol. En silencio. Y de nuevo me senté y empecé a pensar en el sol. Allí, lejos. Radiante, brillante, regalándome luz y calor y color. Y miré de nuevo mis manos. Con ella había hecho tantas cosas en mi vida: acariciar, palpar, escribir, pintar, tocar la guitarra, entrelazar, aplaudir, pedir atención... pero todo lo que había hecho con ellas había sido construir, después de todo. Y las estudié un rato. En silencio. Y extrañé que alguien me las agarrara con fuerza, o me las repasara dulcemente haciéndome cosquillas, o las sostuviera entre las suyas simplemente haciendo notar su presencia. Lo extrañé, pero supe que había ratos para todo y que esos ratos seguirían, porque seguiría habiendo gente, gracias a Dios, dispuesta a regalarme un ratito de sus manos. En silencio. Intenté con ellas, jugando, tapar el sol. Al principio, guiñando un ojo. Luego el otro. Luego cerré los dos y seguía viendo el sol. Su luz traspasaba incluso mi oscuridad. Y supe que el sol seguiría ahí siempre. Eterno confidente, eterno amigo, eterno compañero de viaje. Pero eterno. Y pensé en cómo serían las manos del sol. Porque las manos tienen piel, y el sol... ¿El sol tendría piel? Algún día me lo contarían o a lo mejor lo descubría yo, quien sabe, la vida es tan sencilla y tan complicada... En silencio. Y pensé en las cosas que me habían hecho daño. Y las arrojé al mar. Bien al fondo, para que el agua azul supiera colocarlas en un lugar, reposando, donde no crecieran ni hicieran más daño. Pero eran bien poquitas, porque había que ir cerrando círculos, claro. En silencio. Y de pronto, me ví sonriendo. Sonriendo porque me dí media vuelta porque escuché mi nombre. Y ahí estaba, esperándome y riéndose de mí a pleno pulmón, porque tenía todos los pantalones mojados y pegoteados de arena, estaba despeinada, y el sol había quemado mi cara pálida. Cogí mis zapatos, llenos de arena y los sacudí con las manos. Y por alguna extraña razón, tropecé con una botella. En silencio. Una botella que tenía un rollito de papel atado con un lazo. Azul, por supuesto. Y lo abrí mientras me decía desde el paseo que me diera prisa. El papelito decía: "¿Cómo es la piel del sol?". Y entonces volví a sonreír. Volví a meter el papel enrrollado en la botella, la puse el corcho de nuevo y la dejé en la orilla, por si las olas, jugando a los mensajes en una botella se la querían llevar de nuevo. En silencio. Volví al paseo y nos dimos un abrazo y un beso en la mejilla. No me preguntó nada, solo sonrió. Yo también sonreí. Y entonces, allí entendí que no siempre las cosas van o salen bien, pero que hay que sonreir. En silencio. Porque siempre habrá alguien esperando a que sonrías. Porque nos seguiremos encontrando paseos solitarios, zapatos y calcetines, pensamientos, cosas que desechar de nuestras vidas, soles y playas, manos y sonrisas. Azules. Personas esperándonos. En silencio. ¿Qué mensaje llevaba tu botella? Schhh!... En silencio. Sonríe. En silencio, que solo tú debes saberlo. Los demás ya lo verán. Brilla. En silencio, que solo tú debes saberlo. Los demás ya lo entenderán.
Rut. En silencio.

domingo, 12 de junio de 2005

"Nadas" que son "Todos"

Anoche me dijo que le gustaba mi blog, que le gustaba mucho mi forma de escribir, pero que no tenía temas, que no contaba nada. Una crítica constructiva y sincera que me gustó y añadió también que "Se nota que tienes mucho mucho que contar, un montón de ideas desordenadas que fluyen y que esperas que se ordenen en lo que escribes". O algo así. Pues sí. Pero yo añado que sé que hay gente que entiende mis ideas escritas de forma desordenada, que hay almas parecidas que lo entienden, que lo leen entre líneas, que incluso sacan valor de los espacios vacíos y que los silencios también hablan. Cuántas veces he dicho eso! Los silencios también hablan. Hoy es Domingo y la historia se repite. Día de valorar, de poner en la balanza, de pensar en una misma un rato, de darse la ostia otro rato, de sentirse sola un rato y de pronto aparece una mano amiga para sacarte un poquito del pozo (gracias, Eva, te quiero muchísimo), de fumarse mil cigarros entre lágrimas, de reír a la vez, de escuchar música y desvariar... Yo qué sé. Día de echar de menos. Almu: ven ya o me encontrarás pegada en las paredes cuando regreses. Ana: 63 días. "Qué heavy que lleves la cuenta" me ha dicho Pía hoy. Pues sí, ya ves, pero hay gente y gente. Y os echo de menos. Pero no en plan mal, eh? Ni de estar triste ni de aweee (va por Sak y por Dani), ni nada de eso. Os echo de menos porque tengo ganas de abrazaros y de veros y de miraros sin decir nada, de tú a tú, de que haya entre nosotras centímetros de distancia en lugar de kilómetros. Ya queda menos. Hoy hace mucho calor. Y nada calma. Ni las patatas, ni las olivas saladas, ni las piruletas de colores, ni el chocolate... solo calman los abrazos. Ni siquiera Melendi me levanta la moral. Quiero que llegue el viernes y así ya estaré de vacaciones. Pero... y qué? Si menudo plan me proponen mia padres! El mismo de todos los años, solo que ya no me apetece. Necesito evolucionar. Cambiar. Necesito salir de esta jaula de ciudad. Necesito hacer cosas porque a mí me apetezca. Y beberme un pacharán con Corazón de Mimbre y Marina colgada de mi cuello cantándomela al oído. Necesito escuchar una y otra vez Si Amaneciera y vibrar. Necesito que estemos todos juntos en la Ribera riéndonos de la vida (porque hay veces que solo cabe hacer chistes, como dice Joseluis). Necesito terminar esa canción que no logro ni adelantar un verso porque la guitarra no suena bien y hace calor y se me resbala entre los dedos. Necesito compartir un cielo estrellado con alguien que no se vaya a ir. Necesito hacer alguno de mis sueños realidad. Necesito tener valor para gritar al mundo y a veces tb a vosotros, que estoy aquí que tengo ideas, y sentimientos y que seré seria (como más de uno me dijo ayer) pero que payasa la primera, también lo sabéis. Necesito que estéis. Que no os vayáis. Que sigaís siendo vosotros. Que yo siga siendo yo. Que crezcamos de la mano. Que nuestros caminos sigan paralelos pero cerquita. Que me llaméis de esas mil maneras que tanto me encantan. Yo seguiré como hasta ahora. Dando el trocito de vida que puedo por vosotros. Porque os quiero, porque lo que sois, es lo que hacéis de mi cada día, cada momento, cada café, cada descanso en la sala de estudio, cada risa. Cada... instante. Y seguirá habiendo domingos para un poco de merengue. Pero merengue del rico, porque sale del alma, nada empalagoso. Hasta mañana, a unos. Hasta el finde, a otros. Hasta... pronto, al resto. Chocolate, para endulzar. Cada uno de la manera que más le guste. Duendecilla.

martes, 7 de junio de 2005

El sueño de Morfeo

Dedicada, claro. Ojos de cielo. Juegan los momentos: heridas sin palabras, heridas con palabras. Apenas dices nada y nada es suficiente. Piensa que es demente hacer caso a la gente. Y yo si tú no estás yo no sé estar... PERDÓNAME SI ALGUNA VEZ TE HICE LLORAR OJOS DE CIELO PERDÓNAME SI ALGUNA VEZ ROBÉ DE TUS LABIOS UN TE QUIERO Sigo tus pisadas aunque a veces me pierdo; me pierdo en mil preguntas y siempre acabo huyendo... ¿Por qué salir corriendo si te llevo aquí adentro? Hoy te echo de menos; pero es que tengo miedo. Y yo si no estás yo no sé estar... PERDÓNAME SI ALGUNA VEZ TE HICE LLORAR OJOS DE CIELO PERDÓNAME SI ALGUNA VEZ ROBÉ DE TUS LABIOS UN TE QUIERO Perdóname, perdóname, perdóname... Hoy aunque estés lejos sigo aquí sabes que no puedo, no sin tí. Juegan... Y yo... PERDÓNAME...

miércoles, 1 de junio de 2005

Si amaneciera.

SI AMANECIERA "Saratoga" (descubierta por Sak) Ahora que mi voz se ha convertido en apenas un suspiro, debo descansar porque la mitad de mi camino, la evidencia me ha vencido y me ha hecho llorar... Sé que el tiempo curará; aunque nada siga igual. No me quiero resignar. La olvidaré. Yo que hasta el momento ignoraba en el punto en que se hallaba esa enfermedad, siento que la vida es como un hilo que se corta de improviso, sin avisar... Y en la oscura habitación necesito oír tu voz, ahora duermes junto a mí, te esperaré. SI AMANECIERA SIN TÍ, YO NO SÉ QUÉ SERÍA DE MÍ. HOY LA MUERTE ME HA MOSTRADO YA SUS CARTAS Y NO ENTIENDO LA JUGADA... TRATO DE SALIR, NO QUIERO ADMITIR MI SOLEDAD. Duermo apenas cinco o seis minutos, suficientes para hundirme en la tempestad. Los demonios que hay bajo la cama esta noche no se callan, no me dejarán. El reloj marca las seis, lo más duro es el final; y la luz se posará en el cristal. Huyo a veces pienso en otra cosa, mi cerebro reacciona, no me deja en paz; y de nuevo vuelve a sacudirme ese frío incontenible que es la realidad... El primer rayo de sol me ilumina el corazón, te distingo junto a mí, mi salvación. SI AMANECIERA SIN TÍ... Y en la oscura habitación... El primer rayo de sol... SI AMANECIERA SIN TÍ...