lunes, 28 de enero de 2008

Trece rosas ROJAS.

Virtudes, Julia, Adelina, Blanca, Dionisia, Victoria, Ana, Elena, Martina, Pilar, Carmen, Joaquina y Luisa. Las trece rosas. Y Carmen, que aún vive. Brutal, como lo fue la historia. Nuestra historia. A mi bisabuelo lo mataron por ser republicano.

"Voy a morir con la cabeza bien alta. Sólo por ser buena: tú mejor que nadie lo sabe, hijo mío. Sólo te pido que seas bueno, muy bueno siempre. Que quieras a todos y que nunca guardes rencor a los que dieron muerte a tus padres, eso nunca (...)". Blanca Brisac.

"Con todo el cariño y entusiasmo os pido que no me lloréis nadie. Salgo sin llorar. (...) Que mi nombre no se borre de la historia (...)". Julia Conesa.

"(...) Conservad la serenidad y la firmeza hasta el último momento, que no os ahoguen las lágrimas, a mí no me tiembla la mano al escribir. (...) Pero tened en cuenta que no muero por criminal, o por ladrona, sino por una idea. (...)". Dionisia Manzanero.

Haiku.

¿Qué sabor tiene
lo venenoso
en un recién nacido?


d.

sábado, 19 de enero de 2008

En.

La cosa está en hallarlo a usted / el día menos pensado, en cualquier sitio, / casualmente, donde usted y yo podamos ver a cuatro manos los alrededores. / La cosa está en lo improbable, / en lo difícil, en lo imposible. / La cosa está allí mismo, donde no debiera estar: / un paso más allá que el largo de las manos. // La cosa está en que un día / haya tiempo para todo: / para hablarnos sin apuros, / para compartir rocíos, / para ser fin de semana como si vivir / fuera tiempo libre, espacio para estar. // La cosa está en las cosas / que yo sé y que usted no sabe, / y en las cosas que usted sabe, / y yo no sé todavía, / y en los sueños que nos faltan para realizar / nuestros sueños, que son sueños de canción. // La cosa está en no enloquecer, / en no aceptar, en preguntar / para qué sirven todos los juguetes / que nos han dado guerra / desarmándolos y armándolos. // La cosa está en que no queda / remedio inteligente que no sea / usar las piezas que hay en los rompe-caminos, / e ir tirando por ahora, aunque más allá / persistamos en crear nuestra canción / con las piezas que queramos construir, que serán igual. La cosa está en, Silvio.


Una siempre re-vuelve donde un día. d.




lunes, 14 de enero de 2008

Y me hago la dormida.

Me encanta engañarte
cuando cada mañana,
con un beso en la frente,
me cuentas todo
lo que nunca le dijiste
a tu padre.

d.


Se deshace al hacerse.





Se deshace la piedra al hacerse el trazado con la fuerza suficiente. Dibuja sobre papel mojado una lluvia de otro continente y cuenta principios de mapas desconocidos que no acaban en derrotas rojas, porque alega los muchos narcotraficantes de imán de cafeína sueltos a los que atrapar con un cazamariposas en los grandes mares - de agua y tierra - del mundo. Bucanera de piedras y caminos contenidos, cuando le desafinen con clave de sol investigue su cónclave. Puede que tenga cinco dígitos y un anillo en el corazón.

d.

sábado, 12 de enero de 2008

Despidiendo a Ángel González.

Me basta así

Si yo fuese Dios
y tuviese el secreto,
haría
un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
-de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso-;
entonces,

si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día,
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo, mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando -luego- callas...
(Escucho tu silencio.
Oigo
constelaciones: existes.
Creo en ti.
Eres.
Me basta.)


A mano armada me acerqué a su poesía un día y para siempre.
Gracias por despertar-nos a la poesía desde otros ojos.
Descanse en paz, señor de las Palabras.
d.

jueves, 10 de enero de 2008

¿Para qué has venido?

¿Para qué has venido a estas alturas de mi vida? No hay secretos de mi cuerpo en tus ojos. ¿Para qué has venido a estas alturas? No hay centímetros blancos de mi piel en tu boca. ¿Para qué has venido? No hay deseo de mis oscuridades en tus manos. Sólo de estas ascuas rescataremos una última dualidad incandescente, unas pocas brasas de pasión horizontal y alguna chispa de amor en mis arrugas. ¿Para qué?

Pasa y cierra la puerta. Ven.
No sé quién eres. Ven.
d.
imagen: sileno.

viernes, 4 de enero de 2008

Amores que matan.


Suéltame, te digo. No me quieras tanto. Quiéreme menos y déjame más. No hagas de tus planes mi futuro. No controles cada cosa que hago / pienso / digo / siento / vivo / sueño / vomito. No frivolices, que me altera la existencia. No reces porque ningún dios existe ya para escucharte los estribillos de tu pan de cada día entre estas cuatro paredes. No judees abrazos y besos, que me convierten en piedra, en plástico tóxico. No cargues en mi espalda los asuntos de más. No deseduques lo echado a perder, por favor. No grites voces vacías cargadas de chantajes que me secan las entrañas. No presumas de un modelo que no tienes y que jamás será. No desees otra vida para corregir cada error, no tendrías suficiente tiempo. No ningunees mis proyectos, mi VIDA. No pretendas calma cuando has vuelto a despertar a la fiera. No prometas lo que siempre has sido incapaz de cumplir. No justifiques lo que nunca ha durado más de dos ó tres instantes mentirosos. No vengas, estoy agotada. No me mires, verás el horror al que nunca has querido enfrentarte por miedo. Suéltame, te digo. No me toques, que me enfermas. No me llores, que me entierras.