lunes, 15 de agosto de 2005

Punto y FINAL.

Te odio. Te odio y siento rabia. Me hierve la sangre con tus mentiras. Te crees que llevo hilos de marioneta a tu antojo y no tienes ni idea. Estás amargado y lo pagas conmigo. Me tratas como si estuviera paranoica. Tan pronto me abrazas y me besas como me ignoras y desprecias. No sabes quién eres. No te reconoces. No tienes ni idea de qué es lo que quieres y pretendes tenerme ahí hasta que se te encienda la bombilla. Olvídame, no me mires, no me busques. Mira que me importas; pero NO TE QUIERO EN MI VIDA. Me dueles demasiado. Quédate con tu millón de "yos" haciéndote compañía. Y cuando en el amor sigan dándote la espalda, entonces me buscarás y yo, ojalá pueda, te diré que... lo único que siento por tí es indiferencia. Me engañaste. Los engañaste. Nos engañaste. Pero... te intentas engañar tú y no te logras convencer y patinas en tus actos y también en tus palabras. Este truco no ha salido nada bien, se han visto las TRAMPAS. Pensándolo mejor, no es odio. Yo no pierdo el tiempo en odiar(te): es RABIA. Porque vas de soberbio y de ser el más chulo del barrio... y en realidad no eres más que un cobarde con una coraza que te pesa toneladas tapando un alma preciosa y una dulzura que fue lo que me enamoró. Tú mismo, solo, eres el que no dejas brillar lo mejor de tí. Una de cal y una de arena, hazlo con quien te lo permita; pero conmigo no. No juegas más. Nunca. Jamás. El vaivén para las olas, que juegan con arena. Tú has jugado con un alma. Tenías razón cuando decías que toda magia siempre lleva trampa. Y a la mierda los ratos, los abrazos, los cielos con estrellas, Sabina y los duendes. Punto y FINAL.

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