sábado, 29 de septiembre de 2018

Viento del Norte (o crónica nimia de mi etapa cántabra).



Necesitaba decantar para poder decir. Ya llego.

(Por orden de aparición)

Cayón. Noelia, Pepper, Vane y Tamara. Y la casa verde. El Lope. Reinosa. Y otra vez Tamara, y Raúl y la lluvia siempre entre trenes. Ana. Sara. Pili y Santiago y mi suerte. Alberto que para siempre Drú. Nuria que para siempre Nuria, y la casa búnker. Carmen que para siempre Sú, y la sopa y la poesía y los amigos a los que se ama. Begoña y el té en la casa de quiénviveahí. Luisgre y Vicky y el resto. El almacén. El chocolate con picatostes. Hidra y su familia. Chus. Jesús. Los del Pepe. María y su tribu. Los martes de chicas. El calimocho y las ibres en terrazas bajo cero. El Palique y Replicantes. La Casona y sus cosas, también. Fontibre y la primera vez con Bea. Fuentebro. Campóo y las marzas y las ollas. Delia y el miedo más nítido que nunca. Lo que no y los que no, claro. El Montesclaros y los polluelos que luego volarían. La primera cana. Los treinta allí sin él y sin ellos. El suelo de madera que crujía. Las notas en el felpudo con platos de cosas ricas los domingos al llegar. Leyre y sus mimos. Simón y sus ¡no! y sus siestas en mi coche entre badenes que acunaban. Eloy y sus historias interminables mientras todo. Querer quedarme para siempre para, luego, querer irme para siempre. Torre. Y un curso para borrar de la memoria y limpiarse bien bien los zapatos, salvo por Chime, Mónica, Iñaki y Bea y Gema y otros nombres y otros polluelos. Un clínex con un mensaje escondido durante el último claustro. El tango. Buelna. Y luego el María Telo y los muros y los no lazos que se convertirían en hilos libres para siempre. Nuria y todo, Vane y Galicia dentro, Silvia (primaaa), Marta, Sheila y Roma. Y Alicia que para siempre Gopegui. Cóo y el Alquimia. Y los armarios llenos de galletas. La bondad infinita de Rosalía. El paseo por las pistas con Miguel. La confianza en mis opciones de Pilar. La risa de Chelo. Y lo que molan los de mate. Los ojos de Juan, las risas serias con Carmen, Emma y la bruja Lola. Y Carmencita y apadrinauninterinoprimerizocomohicieroncontigo. Y más polluelos que volarían. Las noches sin dormir, los días sin horas, las playas nunca pisadas porque había que estudiárselo todo para conseguirlo de una maldita vez. Y los cientos y miles de kilómetros recorridos siempre de ida y vuelta. Y aquí estoy. Resumiendo desde 2015. Tratando de abarcar aquí que soy un poco cántabra para siempre, que tengo la fuerza del viento del norte y esa bravura que viene del mar. Gracias por hacerme crecer. Gracias por haberme ayudado a que consiguiera volver a casa y, ¡qué coño!, por la puerta grande. 

Vuestra,

Rut.

6 comentarios:

Alicia dijo...

Contienes más de esta tierra de lo que crees.Recuerda que Cantabria es el mar de Castilla. Mar blanco y azul, y montaña blanca o gris, y verde y color tierra. Unos llegaron y, como tú, quizá ya se alejaron; otros permanecemos; pero fue en esta tierra donde se consumó la gesta de actual futuro. Ese vínculo te tendrá sujeta a esta tierra,y a ese mar, que también son tuyos.

Unknown dijo...

Y los trenes que pasaron y el que paró...

Unknown dijo...

...Y las cicatrices...

rut dijo...

Seguro, Gopegui. Un abrazo.

rut dijo...

Próxima estación: Reinosa. Cuánto de todo allí.

rut dijo...

Y cuánto te quiero, también.