viernes, 2 de octubre de 2015

Y, entre tanto, la vida.

Y pasó de todo desde entonces. Pasó el temario y los mandalas y las horas quevedescas de érase una interina a un teléfono pegada. Y las pesadillas y los audios de media hora. Y pasó Cayón y la buhardilla almodovariana y el departamento de la alegría y La Abadilla y la casa verde. Y pasó Caminos y los paseos con helado y bichos. Y pasó Abril. Y llegó mayo y la pre-opo y Salamanca y los problemas. Y pasó que crecí, que creciste, que crecimos, que me abandonaron y me quisieron, que me valoraron como nunca y me levantaron del fango cuando mordí la tierra pelín antes de llegar a meta. Y seguí sumando nombres porque vino León y Madrid y León otra vez y la ley de la selva y del sálvese quien pueda. Y llegó pero en realidad no llegó porque siempre está, porque nunca se va, aunque ahora nos separen trenes y kilómetros y muchos platos de lentejas para cenar. Y más principitos nuevos. Y llegó el peor verano de mi vida y el mejor también. Y Galicia y El patio de mi casa y mi familia y el futuro de sangre y la familia nueva. Y llegó el amor familiar más vivo que nunca y brotó brutal, qué de nombres sigo sumando. Y llegaron las conversaciones interminables de wasap y los amigos virtuales que se hicieron carne y me habitaron y me habitan. Y el cartojal y los camperos y el melillero. Y pasó la tristeza y la alegría y la locura y los grises más largos de esta última etapa. Y pasó Reinosa y mi chocita azul. Y un pingüino en Gulpiyuri. Y pasaron los malos y los buenos y los indeseables y los que junta el cosmos y las ibres y los viernes de todos los días. Y echar mucho de menos. Y los chavales y el jamón ibérico y Verne. Y comprender que lo bueno de esto son las familias geográficas de desconocidos ayer y hoy casi hermanos de supervivencia, entre cada casa y cada postre de pasiego y pantortilla, de cambio de clase y café en la cabaña. Y la fe inquebrantable en que el amor y la bondad mueven el mundo y hacen un Pangea nunca equivocado, cada vez. Y pasó que nunca se aprende a llevar la existencia en una maleta, pero se lleva. Y, entre tanto, la vida a borbotones, la intensidad de lo minúsculo, lo humano en los zapatos, la vida.
d.

4 comentarios:

Alba dijo...

Y pasó que cada uno da lo que recibe y luego recibe lo que da... Es tu momento, nunca colmada. Adelante!!!

Unknown dijo...

Y pasó que la gente de la tierra de las nieves comenzó a hacerte un hueco en su iglú para pasar el invierno. Y comenzaron a idear proyectos y a pensar historias para cuando la nieve lo llenara todo de invisibilidad.

rut dijo...

Te quiero, Abubilla.

d.

rut dijo...

Gracias, Alberto. Mientras duren la bondad y la alegría, durará la invisibilidad que todo lo inunda. Sois tan grandes.

d.