¡Fuego, fuego, que me quemo, / que mi cabaña se abrasa! / Repicad a fuego, amigos, / que ya dan mis ojos agua. / Mi pobre edificio queda hecho otra Troya en las llamas, / que después que faltan Troyas, / quiere amor quemar cabañas; / mas si amor abrasa peñas,/ con gran ira, fuerza extraña, / mal podrán de su rigor / reservarse humildes pajas. / ¡Fuego, zagales, fuego, agua, agua! / Amor, clemencia, que se abrasa el alma. / Ay choza, vil instrumento / de mi deshonra, y mi infamia, / cueva de ladrones fiera, / que mis agravios amparas. / Rayos de ardientes estrellas / en tus cabelleras caigan, / porque abrasadas estén, / si del viento mal peinadas. / ¡Ah falso huésped, que dejas / una mujer deshonrada! / Nube que del mar salió, / para anegar mis entrañas./ ¡Fuego, zagales, fuego, agua, agua! / Amor, clemencia, que se abrasa el alma. / Yo soy la que hacía siempre / de los hombres burla tanta. / ¡Que siempre las que hacen burla, / vienen a quedar burladas! / Engañóme el caballero / debajo de fe y palabra / de marido, y profanó mi honestidad y mi cama. / Gozóme al fin, y yo propia / le di a su rigor las alas, / en dos yeguas que crié, / con que me burló y se escapa. / Seguidle todos, seguidle, / mas no importa que se vaya, / que en la presencia del rey / tengo de pedir venganza. / ¡Fuego, zagales, fuego, agua, agua! / Amor, clemencia, que se abrasa el alma. Monólogo de Tisbea en El burlador de Sevilla, Tirso DE MOLINA.
Que siempre las que hacen burla, vienen a quedar burladas.
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