miércoles, 12 de enero de 2011

Hipervínculos y cibervínculos.

Luna Miguel tiene un blog antológico que se llama Tenían veinte años y estaban locos donde cuelga composiciones de poetas jóvenes. Hoy, aparece este texto titulado Mora, rosas, menta y nenuco. Lo escribí para un concurso que, por supuesto, perdí. Y recuerdo, con mucho cariño (y mucha nostalgia, también), que lo leí en Versátil.es del año pasado, con el fondo de un montaje visual precioso que se curraron Sara, Diego y Christian, compañeros de Colmo: mi fotografía era de Miranda July, escritora a la que adoraré más cuando aprenda inglés. Esperaba tener una ocasión bonita para compartiros esa fotografía y aqui la tengo.


Mora, rosas, menta y nenuco.

V desayuna café con tostadas y su albornoz verde huele a jabón: anoche vio una peli después de estudiar historia contemporánea de América y se acostó pronto para aprovechar el domingo. L apesta a bar de copas y churros: sigue viviendo una aventura con esa tía de la que nunca nos habla y de vuelta a casa, compra el desayuno y se encierra en su cuarto; H ha usado mustela: hoy ha salido a hacer deporte al parque. G vuelve a llevar ese perfume: definitivamente ha superado lo de R. D está cansada a estas alturas de curso: ha pulverizado su cuarto con un ambientador de supermercado con olor a spa (ella cree en los efectos). S está mejor y se ha puesto las pilas: lleva ropa con olor a suavizante y ha cocinado ella misma para todos. C está abusando de los mocachinos de máquina con extra de azúcar: está trasnochando, el examen de biología molecular es bastante chungo; además, sigue reivindicando que el café de La Cafe es muy malo. T tiene alergia: el mismo olor a eucalipto de todos los años justo antes de terminar. J huele a aftershave y a piruleta: está contento y agotado (tiene una pila de exámenes por corregir) y deseando unas vacaciones.

Me gusta oler el aire revuelto que dejan cuando pasan o están cerca. Es entonces cuando descubro muchas cosas. Es entonces también cuando me pregunto qué pensarán ellos sobre mí, qué sabrán y qué no.

Gracias, a Luna (y a las tormentas de invierno).

d.

No hay comentarios: