sábado, 25 de noviembre de 2006

Verso de regalo.

Me gustas cuando dices tonterías, cuando metes la pata, cuando mientes, cuando te vas de compras con tu madre y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo o cuan ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas el olvido.
Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
"tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno".
Luis Alberto de Cuenca.
"El desayuno".
El otro día me dijeron: "te voy a regalar un verso".
Nunca me habían regalado uno.
Y encontré el poema: sumamos a la lista de descubrimientos.
Sonriendo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Duenda, no hagas caso de los que te regalan versos a secas. Son peligrosos. Los mejores son los que regalan be(r)sos, vamos, besos en forma de poema o poemas con forma de beso. Esos son los mejores porque no son unos conversos; aunque sean un poco perversos ofrecen lo mejor del universo.
Me ha divertido mucho atraVERSAR esta página tan agradable.

rut dijo...

¿Y tú quién eres? ¿Por qué iba a ser peligroso regalar un verso? ¿Y tú qué sabes? ¿Y por qué no iba a hacer caso de algo bonito?

Pues a mí me produjo simpatía que un tío al que respeto, me regalara un verso aislado. Y no fue peligroso en absoluto, creo yo. De converso no tuvo nada, jajaja. Además descubrí un poeta encantador, mira tú por dónde.

¿Y tú quién eres? ¿Ya te has cansado? Pues vaya, qué disgusto. Me gustan las nuevas presencias.

Seas quien seas. Tú sabrás, pero no te canses.

Duenda.