Mis 2006 mejores deseos.
Blog cerrado temporalmente.
Hasta más ver, ha sido un placer.
Duendecilla.
Mis 2006 mejores deseos.
Blog cerrado temporalmente.
Hasta más ver, ha sido un placer.
Duendecilla.
Envenenándome en los azules.
Evitando los rojos y los malva.
Las ganas de todo, la falta de nada.
Soñando con árboles aunque no haya bosques.
Un café con humo y ellas, qué grandes.
Una tercera al otro lado del teléfono despertándome de la siesta.
Domingo, pero que no duele.
Por doler, no duele ni el frío.
Las sonrisas no se gastan y son gratis.
Feliz semana a todos y pensad que todos los HOY son los días más importantes, que los MAÑANA nunca llegan.
Y por supuesto, envenenaros en los azules.
Duendecilla.
De William Shakespeare:
El tiempo es muy lento para los que esperan,
muy rápido para los que tienen miedo,
muy largo para los que se lamentan,
muy corto para los que festejan...
pero para los que aman, el tiempo es eternidad.
Hace frío fuera.
Me duele la cabeza, un poco: insomnio, quebranto y mucha siesta a destiempo. Ag. Es un continuo ronroneo que me desgasta.
Y me da la risa.
Con mi manta de colores, tarde de lectura y chocolate.
El Quijote: loco cuerdo, ¿ven ustedes?
Y me da la risa.
Pienso en lo que tengo, en lo que tuve y también perdí.
En lo que quizá recupere.
En lo descuidado y cuidado con perserverancia.
Y me da la risa.
Echo de menos compartir humo,
leo un blog actualizado,
pienso en el día que nos pondremos de acuerdo...
en cuánto cariño hay a pesar del desorden.
Y me da la risa.
Y... quiero fresquito por fuera y por dentro, que me agobio un poco.
Y me lavo la cara como en la foto.
Y entonces me acuerdo de una frase, no sé por qué.
Y me da la risa (otra vez).
Por un instante olvidé mis miedos;
fui libre de mis apegos,
no reconocí los fantasmas que me oprimen,
no cargué con la ansiedad de mis ilusiones.
Por un instante no me ofendí por aquello que no recordaba
y debía defender;
no me sentí insegura porque desconocía
que había opiniones más importantes que mi vida.
No juzgue por ignorar cómo ser mejor o peor que nadie.
Por un instante ni fui alguien,
ni fui nadie: solamente fui.
Viví sin saber que había buenos y malos días.
Por un instante olvidé las culpas de mis pecados
y los deberes que imponen mis glorias.
Y...
ahora que lo recuerdo...
Fue solo por un instante.
Conversando:
- ¿Qué lado del espejo prefieres?
- Es evidente.
- ¿En qué lado del espejo estás?
- Se ha quedado un buen día, ¿no?
- No, en realidad llueve y no hace sol.
- Vaya, qué casualidad.
- No creo en las casualidades, pero ¿por qué lo dices?
- Nada, ahora entiendo...
- ¿Por qué no hablas claro?
- Porque a lo mejor lo que digo no es lo que quiero decir.
- Arriésgate.
- Vale: quiero ir al otro lado del espejo.
- Bien, pues adelante.
- Es que no sé por dónde empezar.
- Sonríe y pisa fuerte.
- Es un excelente comienzo.
- Mira, ha salido el sol.
- Vaya, qué casualidad...
- No creo en las casualidades, pero ¿por qué lo dices?
- Nada; pero sonrío aunque no lo entienda.
- ¿Vienes?
- ¿Dónde?
- ¿Y qué importa?
- ¿Al otro lado del espejo?
- ¿Propones algo mejor?
- Donde sea, pero sonriendo.
Agujeros en el alma. Agujeros de gestos, de palabras.
Agujeros en los nombres. Agujeros de torpe.
Agujeros en los rostros. Agujeros de miradas cómplices.
Agujeros en las horas. Agujeros de serenidad.
Agujeros en el orgullo. Agujeros de inmadurez, de cobardía.
Agujeros en la debilidad. Agujeros de frialdad, de rabia.
Agujeros en la piel. Agujeros de pereza, de abrazos.
Agujeros en el pasado. Agujeros de imaginar.
Agujeros en los recuerdos. Agujeros de coraza vieja.
Agujeros en la nostalgia. Agujeros de importancia.
Agujeros en el presente. Agujeros de dentro, de fuera.
Agujeros en los sueños. Agujeros de agujeros.
Agujeros en la vida. Agujeros de ir descubriendo aquí y ahora.
Cuánto tiempo y novedades: ya vais sabiendo, con sinceridad. Algunas se encajan mejor, otras cuestan más; pero todo es importante.
Estos días, del Septiembre ya acabado, estuve pensando mucho y replanteándome cosas y sentires. Asuntos inconclusos. Bien, he descubierto significados realistas de muchas palabras que quedaban muy lejanas y de pronto usurparon mi espacio. En general, artificiosidades: cosas nada transparentes y muy bien disfrazadas que han hecho que me ponga la coraza un poco de nuevo; pero que siga luchando, como los valientes, aunque me tiemble todo por instantes, que la valentía no está reñida con el miedo.
Retumba un algo en la cabeza ésta que da guerra últimamente. Bueno, en realidad era una sola cosa que se va convirtiendo en más a medida que le añado líneas a este post. Consejos que me dieron, que me dan. Que me dáis. Que vienen muy bien, pero son solo eso: consejos. La vida es de uno solo, y no vale que nadie te sostenga la mano ni te muestre el camino. Está bien eso de ir descubriendo y calculando el valor de las metas sobre la marcha. Estoy feliz y decepcionada, aunque me digáis que no merece la pena. Son sensaciones encontradas. Desencantada, supongo; y a la vez con ganas de comerme el mund. Ya hay muchos proyectos empezados, que es lo primordial.
Solo quiero que sepáis que sigo aquí (o allí), que me tenéis aunque no escriba tanto, que nunca he pretendido nada más que dejar aquí cachos de alma y que, si algo he aprendido es que nadie es más importante que uno mismo. Y gracias por los empujoncitos, que ya me va gustando impulsar sola. Cuenta una amiga, quien por cierto me regaló la imagen que aquí escojo, que se encontró una rosa con espinas en su camino... y que no temió el haberse pinchado, sino haber encontrado esa rosa.
Una rosa, un libro, El Principito en francés, un billete sin estrenar, abrazos acumulados, y humo y café, un traje bonito aún sin decidir... ¡y unos "cacharros"!... Todo esto me recuerda que me voy de viaje. Y hasta aquí puedo leer. Un beso azul. Duendecilla.
Como sé que habéis estado esperando post, le pedí a Neruda que nos hiciera un regalo y me prestó este poema. Que os guste.
A veces te hundes, caes
en tu agujero de silencio,
en tu abismo de cólera orgullosa,
y apenas puedes
volver, aún con jirones
de lo que hallaste
en la profundidad de tu existencia.
"Como una estrella fugaz". Así te han descrito. Así han resumido tu persona y tu vida. Así han contado tus sonrisas, tu fuerza y tu confianza en la gente. Así han dicho que eran tus ojos negros y tu amor por todo lo que hacías. Como una estrella fugaz.
Muchos días lejos pero... tan cerca. Es poco posible no acordarse de tí en muchos momentos de nuestras vidas, que también eran la tuya; pero aún menos en un día como hoy. Un 27 de septiembre que cogiste las maletas llenas de sueños y te marchaste. Sin despedirte, nunca te gustaron las despedidas. Pero no vale. No es lícito. No es justo aunar todo lo que hiciste, y sigues haciendo, en el último día.
No estamos tristes aunque salgan lágrimas, y tiemblen las piernas y se nos haga un nudo en la garganta. Porque nos contagiaste lo bueno. Absolutamente todo. Y está muy bien pensar que nos has dejado un legado humano inmenso.
¿Qué tal por alli? Tú sigue tocando y componiendo canciones que algún día cantaremos. Da recuerdos a todos, ¿eh? Que no se te olvide nadie. No sabemos cuando volveremos a verte, todo es cuestión de suerte, no valen los planes; pero todos serenos y felices. ¿Te cuento un secreto? Hoy te echo de menos. Duele un poquito pensarte... pero qué agradecida de haber podido disfrutar de tí y de tu luz, que nos sigue alumbrando y dando calor.
Un abrazo tierno de tu Rudy. De todas tus tañeditas.
Ah, y una canción. La que tú quieras.
Siempre nos quedará el cielo y en él UNA ESTRELLA FUGAZ.
"Secretos. Vaya. Todos tenemos secretos. Todos compartimos secretos. Todos, alguna vez, nos jugamos alguno de ellos con un alguien, que a la larga quizá resulta poco indicado; pero bueno, es la vida, y eso no se piensa"- pensaba una duenda que no había visto nunca sentada en la ventana.
Empiezo... y me toca pensar, porque para uno, siempre es más fácil encontrar defectos que virtudes de su persona, pero hay momentos, en los que la angustia aprieta y dices... ¡joder! ¡arriba coño! ¡despierta, algo bueno tendrás! Y ahí, es cuando piensas que si alguien puede ver en ti "que merece la pena" por algo será. Que no todo va a ser hostilidad y problemas.
Y es entonces cuando te ayudas de música y de sol. Y escuchas esas canciones que te hacen vibrar por dentro; mientras piensas que si la gente a ti te gusta, por qué no ibas a gustarle tú a la gente. Y abres las ventanas de par en par para que entre toda la luz del mundo en tu habitación y respiras hondo. Y entonces, esos días, que los hay y cómo molan, te gustas.
Benditos días en que sonríes sin razones y regalas un mimo por cada sonrisa, y un beso por cada palabra bonita. Y la gente se da cuenta de que eres algo más que uñas y ceños fruncidos porque, en el fondo, eres blandita, y eso es algo que te gusta de ti.
Benditos días en los que ayudas en todo a todos, en los que no pierdes el tiempo en gritar, en ponerte borde, en sacar la mala leche, en perder la paciencia, en soldarte muy bien al cuerpo la coraza (la dejas en el armario, tampoco la tiras)... y hablas, sin importarte tres pepinos lo que piensen de ti. Benditos días en los que te vistes con colores que provocan mil; y pequeña, de blanditas EN EL FONDO, nada. Eso es algo que encanta: ser blanditas oficiales.
Hay otros momentos, en los que te levantas y vas directa al espejo. Y esos días te miras y tienes ganas de provocar al mundo, y piensas para ti: "hoy mando yo". Nos vuelve locas mandar de vez en cuando. Y estamos graciosísimas cuando cogemos las riendas de algo que nos queda grande y nos peleamos con ello hasta que, a base de muchos golpes, conseguimos lo que queríamos.
Jijiji... graciosas cuando nos creemos, por un rato, las dueñas y señoras del universo y pensamos que somos más sabias que cualquier mago legendario. Y entonces somos capaces de poner el corazón en los consejos, en las palabras y ¡uy! ¡coño! cuando los piensas tú, para ti, te das cuenta de que son increíbles. De que son valiosos y de que algún "yo" que llevas dentro, parece que sí piensa lo que nos va aconteciendo en la vida y nada cae en saco roto.
Poner el corazón. Ahí está todo. Lo regalamos como si tuviéramos varios; y sin embargo, no está mal, aunque a veces nos duela, porque lo hacemos sabiendo que es lo más valioso que tenemos y que todo lo que podemos ofrecer, primero lo sentimos ahí. Acaso eso no es valentía aunque actuemos en silencio y temblando?
Lo regalamos, qué razón tienes. Pero debe ser como las estrellas de mar, que les quitas un brazo y sale otro nuevo. Porque lo hemos hecho más de una vez a lo largo de nuestra vida: regalar el corazón y... las que nos quedan. En silencio... unas veces, pero llamando la atención desesperadamente otras. Y es que hay que reconocer que una vena de payasas, ya tenemos. Y nos encanta aprovecharnos de lo gracioso para lograr momentos y charlas serias.
Una o varias venas de payasas por las que corre sangre con glóbulos de naricillas rojas, que nos enseñan a encontrar una carcajada cuando el aire parecía agotarse. Y así , poco a poco, es como vamos recuperándonos de cada regalo, con gorritos de rayas y calcetines de colores, con un alma azul y otra rosa, con una media luna dibujada en la cara aunque sea tímida y la mirada triste que, casi siempre desprende dulzura con quien le deja hacerlo.
Si bueno, con quien nos deja hacerlo, claro. Pero nos entregamos del todo. Y mira, tía, mola mil. Y al que no le guste, que se aleje de nosotras. ¿Y qué me dices del chocolate, los helados, las gominolas y... el café solo con hielo y dos azucarillos?
¿...y la canela, y los pirus de cuore... y ya puestos a lo dulce, los recuerdos con sabor a caramelo; aunque a veces también se cuele algún besillo furtivo en una piel salada por el mar? Y cuando pedimos perdón por estropear el momento con el regusto salado, lo hacemos de tal manera que... ¡nos cae otro de premio! ¿Y acaso no mola?
Y no se nos caen los anillos para admitir un error, o mil. Y somos más fuertes de lo que parecemos y más valientes de lo que creemos. Y nos importa tres pitos cagarnos de miedo, porque al final, nos enfrentamos a lo que venga. No huimos de las cosas ni de la gente importante, ni alargamos la solución de los temas a medias.
Como cuando nos tiramos por un precipicio sin pensar en las consecuencias. A veces se nos pasa por la cabeza: "¡Joder, pues me puedo hacer daño!"; pero la respuesta es "¡Qué mas da, pa’lante como los de Alicante!" ¡Y venga! Pero no pasa nada, porque aunque hablemos de dependencia, somos autosuficientes y eso: mucho más fuertes de lo que parecemos. Claro ejemplo es que cuando estamos realmente mal, milagrosamente: ¡anda! ¿De dónde salieron las fuerzas?
¿Algún voluntario nos lo explica? Y es entonces cuando realmente te percatas de lo que guardas. Cuando hay una situación limite o difícil o dura y todo se tambalea y tú ahí, tan pancha, rígida como un palo y no se te ha movido ni un solo pelo. Animando al personal. Cuando ellos están bien, caes tú, pero nunca te importa, disfrutas haciendo felices a los demás. (Además eso hoy no se cuenta que esto es una “lista de cosas buenas”). Ahí, sin paraguas, mojándote bajo la lluvia pero DISFRUTÁNDOLA, esperando a que escampe para poder ver en primera línea el arcoiris.
Y ser como pequeñas haditas o duendecillas, e ir por ahí regalando miradas y momentos mágicos a quien se nos ponga por delante. Y volar sin alas. Y soñar sin dormir. Y ser feliz porque nos despierte por teléfono una voz querida. ¿Se puede pedir algo más? En definitiva, las pequeñas cositas que nos llenan hasta los topes y nos recargan todo lo que perdemos por otras vías.
Comer caramelos. Que llueva chocolate. Salir de fiesta con tus amigos y tomar una copa. Pintar. Escuchar. Escribir. El sol y la lluvia. Unos ojos. Unos rizos. Las manos. Ser unas niñas. La locura por amar y que nos amen. Estar lejos y cerca de la vez, y al revés... y mil millones de millones de cosas más. Todo son cosas buenas que nos gustan, que tenemos y que no vamos a cambiar. Así que: prepárense.
Campanilla: con ganas de recordar y...
Duendecilla: con ganas de seguir aprendiendo cosas buenas.
Esperar es hacer.
A esa conclusión llegamos, entre dos, el otro día. Nada es inmediato. Hasta aquello que parece serlo, tarda un poquillo en surgir efecto. Estamos viviendo cambios, muchos en muy poco tiempo. Y lo noto más desde que volví del viaje, pequeños. También por lo vivido allí, por supuesto. Aquí hay ganas de vivir, de comerse el mundo, de abrirse paso por méritos propios... y es bonito pero da vértigo. Como dice Aralita: "Da miedo, pero... ¿y lo que mola?". Pues sí.
Tomábamos ponche en el salón,
contábamos historias.
Hablábamos del mundo
y la opinión que dio nuestra memoria.
Cada persona, en su existencia, puede tener dos actitudes: construir o plantar.
Los constructores pueden demorar años en sus tareas, pero un día terminan aquello que estaban haciendo. Entonces se paran y quedan limitados por sus propias paredes. La vida pierde el sentido cuando la construcción se acaba.
Se lo escribí a Marina, una vez, en respuesta a algo suyo. Sé que no la importará que lo comparta. Después de todo, a mí, ahora me sirve después de un tiempo. Porque nuestras vidas y nuestros mundos se componen de personas. De muchas y muy diferentes.
Hay algunas veces que no escribes aunque tengas mucho que contar, porque el alma lo guarda mejor.
Hay algunos que te llamarán muchas cosas que dices, pero seguro que a veces, no te llaman nada, y dejan que el silencio hable. Escúchalo. Hay algunos que te llaman estupideces; pero siempre vas a saber el matiz de esas bobadas: de quién te las dice, cómo y por qué. O bueno, a veces no y entonces duele.
Hay algunos que a veces intentan hacer oídos sordos para hacerse los duros o los valientes; pero muchos más de los que imaginas, tus palabras no les suenan huecas. Hay algunos que te piden que les escuches, y otros que no te lo piden porque saben que lo haces. Con más o menos gana, pero lo haces.
Hay algunos que te hacen reír o llorar, dices. Pero... ¿te has parado a pensar cuantos de esos "algunos" te hacen llorar de alegría? ¿Y reír de cansancio o de hastío? seguro encuentras. Otros te ayudan a disfrutar, a otros les ayudas tú, con otros compartes, otros te comparten... cuando algo se convierte en asunto de dos o más de dos, siempre es chulo, ¿no crees?
Y otros que te enseñan, y otros a los que tú enseñas. Unos, desconocidos. Otros, de casi toda una vida. Unos tienen miedo. Otros te dan miedo. Unos apuestan por tí. Otros, apuestas tú por ellos. Unos caminan contigo. Otros, caminas con ellos. Y algunos pocos van de la mano, de tu mano.
Unos, te enseñan a ver las cosas diferentes. Otros, esperan que tú se las pintes de rosa. Unos, te hacen pasar malos ratos. Otros, buenos momentos. Algunos, de todos un poco. Unos sonríen. Otros esperan que tú sonrías. Otros te miran y sonríen. Y otros tantos sonríen y se te dibuja la sonrisa a tí.
Unos, hacen de un día entero el mundo. Otros hacen de un mundo, el día entero. Otros, simplemente hacen días y mundos. Unos te incluyen en su vida. Otros, les incluyes tú en la tuya. Y... de esos tantos, solo unos poquitos comparten latidos, experiencias y mares contigo.
Unos, dan. Otros, reciben. Unos dan para recibir. Otros reciben sin dar. Otros pocos dan sin recibir nada, y otros poquitos poquitos reciben dando y dan recibiendo, así es bonito. Unos no merecen tenerte. Otros sí. Ya ves, así son las cosas.
Unos darán las gracias, otros no. Unos serán agradecidos sin decir "gracias", otros ni eso. Unos piensan que sus cosas te importan un pimiento, otros no. Otros habrá que tus cosas les importe un pimiento, mientras que a otros tus cosas serán parte también de sus cosas.
Unos te querrán mucho diciéndotelo y a lo mejor otros te querrán más sin decírtelo. Otros te ayudarán mucho. Otros te mimarán mucho. Otros te amarán mucho. Otros te harán muy feliz... pero otros no.
Mira, escucha, sonrie, siente, VIVE: el silencio, en el silencio.
Érase una vez un pájaro, adornado con un par de alas perfectas y plumas relucientes, coloridas y maravillosas. En fin, un animal hecho para volar libre e independiente, para alegrar a quien lo observase. Un día, una mujer lo vio y se enamoró de él. Se quedó mirando su vuelo con la boca abierta de admiración, con el corazón latiéndole más deprisa, con los ojos brillantes de emoción. Lo invistó a volar con ella y los dos viajaron por el cielo en completa armonía.
... ahí estaba, mandándole un pensamiento que decía:
"... à côte de l'espoir, petite".
Y siguieron compartiendo sueños.
Pero pasó que era una noche de insomnio...
...donde su único acompañante era un cazador de sueños.
Y se lo robó. Quizá la próxima vez. Sin eclipses.
Por casualidad... ¿no le habréis visto? Se marchó sin despedirse.
He debido perder el paraguas
Y me empapan palabras amargas
En el mes de los desencuentros
Me han herido a pecho descubierto
Mi dolor de cabeza
La falta de certeza
No me dan tregua
Y me duele la lengua
De hacer preguntas
De dar respuestas
Elena Bujedo, El mes de los desencuentros.
Te odio.
Te odio y siento rabia.
Me hierve la sangre con tus mentiras.
Te crees que llevo hilos de marioneta a tu antojo y no tienes ni idea.
Estás amargado y lo pagas conmigo.
Me tratas como si estuviera paranoica.
Tan pronto me abrazas y me besas como me ignoras y desprecias.
No sabes quién eres.
No te reconoces.
No tienes ni idea de qué es lo que quieres y pretendes tenerme ahí hasta que se te encienda la bombilla.
Olvídame, no me mires, no me busques.
Mira que me importas; pero NO TE QUIERO EN MI VIDA.
Me dueles demasiado.
Quédate con tu millón de "yos" haciéndote compañía. Y cuando en el amor sigan dándote la espalda, entonces me buscarás y yo, ojalá pueda, te diré que... lo único que siento por tí es indiferencia.
Me engañaste. Los engañaste. Nos engañaste.
Pero... te intentas engañar tú y no te logras convencer y patinas en tus actos y también en tus palabras.
Este truco no ha salido nada bien, se han visto las TRAMPAS.
Pensándolo mejor, no es odio. Yo no pierdo el tiempo en odiar(te): es RABIA. Porque vas de soberbio y de ser el más chulo del barrio... y en realidad no eres más que un cobarde con una coraza que te pesa toneladas tapando un alma preciosa y una dulzura que fue lo que me enamoró. Tú mismo, solo, eres el que no dejas brillar lo mejor de tí.
Una de cal y una de arena, hazlo con quien te lo permita; pero conmigo no. No juegas más. Nunca. Jamás. El vaivén para las olas, que juegan con arena. Tú has jugado con un alma.
Tenías razón cuando decías que toda magia siempre lleva trampa.
Y a la mierda los ratos, los abrazos, los cielos con estrellas, Sabina y los duendes.
Punto y FINAL.
Y
ESTA
SOY
YO
Bonita noche la de ayer. San Juan. Me quedo con el momento de las cuatro niñas quemando los deseos en la arena. Fue especial. Cuántas estrellas, y fuego y agua, y hadas y deidades. Y ángeles de la guarda... Parece que hoy está todo un poco nuevo. Todo empieza un poco de cero... Os voy a compartir algo que me ha enviado Ana. Sé que a más de un@ le gustará. Beso. Azul.
QUEDA PROHIBIDO de Pablo Neruda
Queda prohibido llorar sin aprender,
levantarte un día sin saber qué hacer,
Medio segundo.
Medio segundo que marca la diferencia.
La diferencia entre la felicidad, cumplir un sueño o... quedarte a las puertas.
La diferencia entre recibir noticias o aprender a entender los silencios.
Noticias... ¿De quién? Los silencios, aunque traigan mil noticias, se hacen tan amargos como los últimos besos.
No es amargura, es más bien melancolía. ¿No te das cuenta?
Melancolía: extrañar lo bello. Y como yo digo siempre, lo que es bello es porque es triste. Todo un circulo vicioso. Y otra vez esa palabra: saudade.
Noticias del viento. Noticias de lejos. Noticias en suspiros, en palabras que no se dicen. Noticias en lo bello de la melancolía. Saudade.
¿Y si no quiero noticias¿ ¿Y si prefiero vivir ausente vivir de sueños, de ilusiones desamparadas?...y cómo no, el viento vuelve. No trae noticias, no. Se lleva ilusiones y me trae recuerdos que creía olvidados. Me deja sola otra vez. Con mis recuerdos.
"La vida es sueño", decía Calderón. Puedes convertir los sueños en noticias, haciéndoles realidad. El viento nunca está vacío de susurros. Jamás, pequeña, porque el viento se mueve por las almas y las almas nunca están vacías. ¿Recuerdos olvidados? Qué paradoja. Nunca estarás sola si estás viva, porque con tu vida y tu alma, el viento seguirá lleno de suspiros. Lleno de recuerdos.
Y seguirán humedeciendo la herida para que en ningún momento termine de cicatrizar. Podríamos en todo caso- podría yo, en todo caso-, tapar mis oídos para dejar de escuchar aquellas mentiras tornasoladas que eran un bálsamo diario. Podría dejar de acariciar las sábanas imaginando que tu mano está jugando a los silencios a escondidas, bajo la tela blanca para que nadie más lo sepa. Como un secreto. Podría. Pero no. No puedo. Y no puedo porque no quiero.
Noticias. Heridas. Mentiras. Cicatrices. Viento. Recuerdos. Olvido. Silencios. Soledades. ¿Estás viva? Yo diría que sí. Acaricia la tela blanca y sigue jugando. Pero no vale cerrar los ojos, hay que mirar y atreverse a sentir. Atrévete para que cuando volvamos a encontrarnos, no se nos haya olvidado jugar a los silencios, escondiéndonos del mundo, dejando nuestras almas al viento, en una mano.
Estoy escuchando unas canciones que me regalaron hace poco. Y no digo “un disco que me regalaron hace poco”. No. Digo unas canciones porque es lo que me regalaron, porque sé que esas canciones dicen cosas. Dicen cosas al remitente. Dicen cosas al destinatario, en este caso: yo. Una se da cuenta de que hay más gente loca que lucha por la vida. Y el amor. Y esas cosas que en este mundo de hoy, parecen de cuento. Ojalá nunca se escape un poco de Peter Pan, ni de Campanilla. Ojalá vivamos siempre esos ratos en Nunca Jamás. La vida es un cuento que escribimos cada día con música de fondo.
Cuentos. Como los que me leía papá sentado en mi cama. Cuentos como los de Gloria Fuertes, por ejemplo, con los que crecí. Personajillos que dormían conmigo, en mi almohada: Coleta la Poeta y el pingüino Marcelino, que siempre me hacían llorar. La casita de chocolate que él versionaba cada noche para que yo siguiera atenta. El viento que soplaba y me daba escalofríos cuando hacía el sonido con sus labios y tengo clavado a fuego: “Fffshhhuuu, fffshhhuuu...”. Cuentos de príncipes azules y princesas y un Principito. De alfombras mágicas y brujas y una niña que se llamaba Micaela que no sabía jugar. De casas encantadas. Y de Momo!...
Música. Y canciones. Canciones hasta para que una aprendiera a atarse los zapatos, y las horas del día, y los números, y que había que comer de todo.
Y luego estaba la poesía. Claro. Poemas que Lala y Yayo me contaban de carrerilla, y yo me aprendía. Y la guardería con las hormiguitas, y una canción que no recuerdo que nos ayudaba a desentumecer las manos en invierno. Y los discos de Vinilo y un acordeón que tocaba el hijo de Margarita, la cocinera. Y mis primer cassette que tenía micro y todo. Y mi amigo imaginario que era una bola de madera amarilla con ojos a la que llamé Bolita, y con el que grabé cintas y cintas, hablando y cambiando voces... y hoy en día, han desaparecido. Y mi primer peluche intocable, que me compró mamá cuando salimos del hospital (porque yo dí guerra desde el principio, jeje...) y se llamaba Punky, porque tenía pelos azules que no tardaron mucho en desaparecer porque me los comí (yo siempre tan original...)...